Amara estaba en la habitación de Sansa, Didi peinaba a su señora y Lady Cat a su hija.
-¿Crees que le gustaré al príncipe? ¿Creéis que le pareceré fea?
Amara y Didi se miraron rodando los ojos.
- Si te ve fea solo significaría que es el príncipe más imbécil que existe. - intervino Amara.
- Es muy guapo. - continuó Sansa. - ¿No casaremos pronto? - preguntó a su madre. - ¿O tendremos que esperar?
A Amara le asqueaba la idea, no solo la idea del matrimonio en general, le asqueba también el príncipe, su mirada era mezquina.
- Silencio por ahora. - Lady Cat le reprendió suavemente. - Tu padre aún no ha dicho que sí.
- ¿Por qué diría que no? Se convertiría en el segundo hombre más poderoso de los Siete Reinos.
- Tendría que dejar su hogar, a mí, también tú.
Amara miró con pena a Lady Stark, su relación con ella no era la mejor, pero entendía lo que decía. La oferta del rey no era solo una unión matrimonial. Robert quería a Ned a su lado, en la capital, como mano del rey, y a Sansa casada con su hijo. No podía aceptar una cosa sin aceptar la otra.
- Tú dejaste tu hogar para venir aquí, Amara también. Y yo sería reina algún día.
La mirada de Sansa se transformó, Amara vió ilusión y... ¿Ambición? Se volvió rápidamente a su madre.
- ¡Por favor, haz que padre diga que si!
- Sansa...
- Por favor, por favor... Es la única cosa que siempre he querido.
Madre e hija se miraron por un momento en silencio, Amara presentía que aquello no sería bueno.
...
El salón estaba a rebosar, los Lores habían vuelto para rendir pleitesía al rey. La comida era abundante, el vino también, se oían música y risas. El rey agarraba a las doncellas y las sentaba en su regazo, la reina contemplaba sería junto a Lady Cat.
Amara salió a tomar el aire y descubrió a Jon golpeando furioso con su espada a un contrincante de paja, antes de que pudiera decirle algo, un jinete entró al galope.
- ¿Esta muerto ya?
Jon sonrió.
- ¡Tío Benjen!
Ambos rieron y se abrazaron.
- Te has hecho más grande.
Amara los observaba sonriente, Benjen era un buen hombre y quería a Jon, venía poco al estar en la Guardia de la Noche.
- Cabalgué todo el día. No quería dejarte solo con los Lannister. ¿Por qué no estás en el festín?
La sonrisa desapareció del rostro de Amara.
- Lady Stark pensó que sería un insulto para la familia real tener a un bastardo a su alrededor. - las palabras de Jon escondían pena y rabia.
Benjen asintió.
- Bueno siempre sois bien recibidos en el Muro. A ningún bastardo se le niega un lugar allí.
Amy palideció y se removió pateando un cubo, Jon la vió, Benjen no lo notó.
- Lo pensaré...
- No te precipites, el Muro no irá a ninguna parte. Se renuncia a demasiado. Debería ir dentro, a rescatar a tu padre de sus invitados.
Jon asintió y Benjen se retiró, Amará iba a acercarse a él cuando Sansa la sorprendió.
- ¿Qué haces aquí fuera? Vamos dentro.
Sansa la cogió de la mano y se la llevó al interior del salón.
- Harrion Karstark está aquí, y Jon Umber, también Lothar Bracken y el joven Frey.
Amara rodó los ojos.
- Que suerte la mía...
- Lady Stark... - una doncella se acercó a Sansa. - La reina desea verla.
Amará acompañó a Sansa ante la reina, la chica Stark estaba entusiasmada.
- Hola palomita, eres una belleza. ¿Qué edad tienes?
- Quince, su majestad.
- Eres alta, ¿sigues creciendo?
- Eso creo majestad.
- ¿Y has sangrado ya?
La cara de Sansa cambió y miró a su madre casi aterrada. Lady Cat le indico con la mirada que continuara. Sansa negó con la cabeza.
- Aún no, majestad.
La reina asintió.
- Tu vestido, ¿lo has hecho tú?
Sansa sonrió y asintió contenta.
- Que gran talento, debes hacer algo para mí. - le sonrió la reina.
- ¿Y tú?
- Tengo dieciocho majestad.
- ¿Algún compromiso?
- Aún no, majestad.
- Bien.
La chica asintió y ambas se retiraron, Amara soltó el aire de sus pulmones. La reina podía parecer gentil pero esa actitud solo era una máscara.
Ambas volvieron a la mesa, Sansa miró al príncipe y le sonrió. Amara miró hacia otro lado, varios la observaban, ella sabía quienes eran.
- ¿Es guapo verdad?
- Si, mucho.
Amara veia como el joven Umber se acercaba, el Karstark le dio un empujón. El chico Frey aprovecho esta ventaja y se acercaba a ella. Entoces, una bola de comida aterrizó en la cara de Sansa.
- ¡ARYA!
Amara rió y le limpio la cara a su amiga.
- ¡No es gracioso! Siempre hace eso. - se quejaba la pelirroja. - Este era mi vestido favorito y lo ha arruinado, siempre hace lo mismo.
Amara consolaba a Sansa mientras Robb se llevaba a Arya del salón.
- Hora de ir a la cama. - dijo Robb levantando a la niña del asiento.
- Lady Glover, cuanto gusto volver a verla.
- Edwyn Frey... El placer es mio, ¿cómo está?
El joven Frey se sentó a su lado.
- Mucho mejor ahora que estoy aquí con usted. ¿Recibió su padre mi propuesta?
Amara forzó una sonrisa.
- Me temo, Milord, que mi padre no me hace participe de sus asuntos.
- Una lástima.
Desde el otro lado de la sala un hombre mayor le hacía gestos al chico.
- Si me disculpa, me reclaman, pero no me olvido de usted.
El chico le besó la mano antes de irse.
- Eso ha sido... Acelerado. - Dijo Amara a Sansa pero esta estaba demasiado ocupada haciéndole ojitos al príncipe.
Amara paseó la vista por el salón, Delilah no estaba, Lothar tampoco, Theon intentaba embaucar a un par de doncellas. Al parecer Delilah se había cansado de él y él de ella. Los hombres empezaban a emborracharse y algunos la acechaban. Hizo contacto visual con Harrion Karstark, se le heló la sangre.
- Sansa, - zarandeó a su amiga- me voy a dormir.
- ¿Tan pronto?
- Si, ya me cuentas mañana.
Rápidamente localizó a Garett, no estaba muy lejos, esa noche sería su salvación. Se dirigió hacia él rápidamente.
- Voy a dormir Garett.
- Por supuesto Lady Glover, le sigo.
El joven siempre servicial, le abrió paso. Harrion Karstark la vigilaba a lo lejos, al parecer no le interesaba abordarla si iba con Garett, eso la aterró.
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El príncipe del invierno - Jon Nieve
Fanfic¿Qué es el honor, comparado con el amor de una mujer? ¿Qué es el deber, comparado con el calor de un hijo recién nacido entre los brazos, o el recuerdo de la sonrisa de un hermano? Aire y palabras. Aire y palabras. Solo somos humanos, y los diose...