- Lord Comandante. Ser Davos. - Ed entró y saludó solemne.
El caballero de la cebolla asintió a modo de saludo.
- ¿Ocurre algo, Ed? - Jon preguntó preocupado al ver a su amigo agitado.
- Una dama, señor, montada en un caballo dorado. - Ed comenzó y Davos lo miró como si estuviera loco, sin embargo Jon cambio su semblante. - Ha aparecido en las puertas del castillo, Fantasma la acompañaba. Ella pregunta por usted.
Jon no podía creer sus palabras, dejó lo que estaba haciendo y se levantó.
- ¿Una... Una dama? - Jon casi no podía articular palabras, sentía como si le faltara el aire.
- Será mejor que me retire, continuaremos luego. - Dijo Ser Davos antes de salir, apresurado, ese hombre sabía cuando sobraba.
Ed continuó mientras Jon caminaba por la habitación.
- La acompañan su doncella, una joven rubia, en una yegua torda casi blanca. Dice llamarse Amara. Y dos niños.
Jon sonrió nervioso, era ella. Había sido madre... No podía sorprenderse, habían pasado casi seis años. Los celos de le hundieron en el pecho como un puñal pero también la alegría por verla de nuevo.
- ¿Donde está? - exigió intentando controlar su voz.
- Fuera.
- Hazla pasar ahora.
- Si, señor.
Jon intentaba serenarse mientras Ed salía del despacho, fue en vano.
***
Los minutos que Ed pasó dentro del despacho de Jon, a Amara le parecieron años. Casi se le para el corazón cuando la puerta se abrió, no conocía al hombre que salió de allí pero la saludo de forma respetuosa y desapareció en el castillo. Respiró de nuevo cuando Ed salió por fin.
- Puede pasar Lady Amara.
- Gracias.
Ed inclinó la cabeza en señal de respeto y se retiró. Amy tomó aire y abrió la puerta. Sintio que el aire le faltaba, allí estaba, su pelo negro rizado, sus ojos oscuros, su hermoso rostro ahora marcado con dos finas cicatrices. Ambos estaban paralizados en su lugar, con miedo de que si se movían el otro pudiera desaparecer. Se quedaron así por unos minutos.
Jon se adelantó un paso, vacilante. Amara jamás lo había visto así.
- Amara yo... Yo no quería...
Las palabras no parecían querer abandonar la garganta de Jon. Amara corrió hacia él y lo abrazó, sin poder soportarlo más. Su olor la envolvió, también su calidez. Por primera vez en años se sentía en casa, se sentía segura.
- Ya lo sé. - las lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos mientras lo abrazaba.
Se quedaron un rato así, abrazados en silencio. Cuando se separaron, Amara tocó el rostro de Jon con las manos. Pasando sus dedos por las cicatrices.
- Estás más viejo. - la chica rió, con lágrimas en los ojos.
Jon soltó una carcajada, con una alegría que no experimentaba desde que dejó Invernalia. Amy llevó sus manos a la capa negra de Jon con tristeza y bajó los ojos. El bastardo tomó su mentón y la hizo mirarle.
- Tú sigues igual de preciosa.
Ella sonrió.
- Ya no soy la misma, muchas cosas han cambiado.
Jon bajó su mano.
- Yo tampoco, pero, quiero que sepas que nunca he dejado de quererte. Y que sea lo que sea que necesites, te lo daré. Tendrás mi espada, a la guardia de la noche y al pueblo libre, nadie te hara daño mientras yo esté con vida.
ESTÁS LEYENDO
El príncipe del invierno - Jon Nieve
Fanfic¿Qué es el honor, comparado con el amor de una mujer? ¿Qué es el deber, comparado con el calor de un hijo recién nacido entre los brazos, o el recuerdo de la sonrisa de un hermano? Aire y palabras. Aire y palabras. Solo somos humanos, y los diose...