Hace veinte años dos familias juraron lealtad con un trato que ni el mismo diablo podría disolver, ahora que el patriarca de la familia Ferreti ha muerto ha llegado el momento de hacerlo cumplir.
Santo Cappelleti no tendrá más opción como líder de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Gemma
Estaba completamente destrozada con lo que Santo me acababa de confesar del pasado de mi abuelo, de nuestra familia, ya no sabía en que creer, en quien creer.
¿Cómo podría sentirme segura en esa casa cuando todos me habían mentido? Incluyéndolo a él.
—Nunca llegué a imaginar que mi abuelo me ocultara algo como esto ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué nunca me menciono la verdad? —cuestiono enojada—. ¿Alguna vez pensó en lo que sentiría al saber que todo lo que conocía de él era una farsa? Me mintió, lo hizo igual que el resto de personas que viven aquí.
—Gemma —me toma de la mano—. Si Leonardo te mintió te aseguro que fue por una buena razón, él quería mantenerte alejada de su mundo, de protegerte...
Alejo su mano con la brusquedad de la mía.
—¿Y acaso piensas que voy a quedarme aquí después de escucharte decir que eres un mafioso igual que mi abuelo? ¿Crees que en realidad estaré a salvo en esta casa? ¿Sabes lo que haré? Tomaré mis cosas y me marcharé de una maldita vez de esta casa —gruño para darme la vuelta camino a la puerta.
—Tú no puedes irte —se mete en medio impidiéndome el paso—. Dije que iba a conocer la verdad, de modo que te quedarás aquí hasta que la descubra.
—¡Quítate de mi camino, no me interesa saber de ninguna alianza, no me interesa nada de lo que tenga relación con la familia Cappelleti, así que hazte a un lado!
—Tú te vas a quedar aquí —aprieta los labios.
—Te lo digo por última vez, quítate de mi camino —respondo enojada.
—Voy a protegerte, estarás más segura aquí, solo necesitas fingir que nos llevamos bien, que no has descubierto nada, mi abuelo no debe saber que conoces del pasado de Leonardo.
—Santo, déjame regresar a Portofino, dile al señor Raffaelle que he sido quien tomó la decisión de marcharse por su cuenta, dile que agradezco que me recibiera en su casa, pero que no puedo quedarme más tiempo aquí.
—He dicho que te queda y me pondré a discutir ese asunto contigo —replica en respuesta.
—¿Quién demonios te crees para decidir por mí? ¿Por qué deseas que me quede en una casa de locos como esta?
—Porque no tienes a nadie ahí afuera —aleja su vista de la mía—. No tienes a quien buscar y que te ayude.
—Tengo a Greta, ella me ayudará.
Él se ríe.
—¿Hablas de la empleada de tu abuelo? Gemma te daré una pista importante de quien era tu abuelo por si aún no te haces la idea en la cabeza que dejarte ir puede ser más peligroso de lo que imaginas. Leonardo era un capo de la mafia de Roma, manejaba el Norte y mi abuelo el Sur, ambos eran las figuras más importantes del tráfico de armas y dinero. Leonardo se alejó del negocio cuando supo que su hija tendría un bebé, tu abuelo dejó de lado los negocios por la familia y eso le trajo muchos enemigos. ¿Recuerdas al tipo que viste la primera noche en que te fui a buscar a tu casa?
