Gemma
Solo escucho los gritos de Santo pidiéndole a Roberto que conduzca tan rápido como pueda hacia el hospital mas cercano, el dolor se ha intensificado con el pasar de los minutos.
—Los hombres del señor Raffaelle están rodeando el hospital, no podremos llegar ahí mi señor —le responde él cuando ha recibido la información del otro grupo de hombres de seguridad—. Seremos blanco fácil.
—¿Qué sugieres entonces Roberto? ¡¿Que deje morir a mi esposa y a mi hijo?! —exclama enojado.
—He encontrado una casa de paso, podemos ir allí. Llamaremos a un médico, va salir todo bien.
—Alyna, llama a Alyna —susurro tomando su mano.
—¿Qué dices mi cisne? ¿Quién es ella?
—Va a ayudarnos —aprieto con fuerza su brazo—. Llámala.
Santo obedece a lo que he pedido busca el número de ella y dura cerca de unos cuantos minutos para explicarle la situación, ella en un principio no le cree pero cambia de parecer cunado escucha mi voz angustiante pidiéndole ayuda. Santo le envía la ubicación de la casa a ella quien promete llegar tan rápido como sea posible. Mientras que Roberto contacta con un médico de confianza.
—Va a salir todo bien. Ya verás cómo saldrá todo bien —besa mis manos.
—Tengo mucho miedo, no quiero que nada le suceda al bebé.
—No pasará nada. Lo prometo.
Me aferro a su cuerpo, me aferro a aquellas manos enlazadas en las mías, confío en aquellos ojos grises que me miran trasmitiéndome paz. Duramos lo que parece una eternidad hasta llegar a aquella casa, Santo me carga solo para poder llevarme a una de las habitaciones que hay allí. Me saca la ropa mojada por la lluvia y me acomoda entre las almohadas.
—Sé que no hay muchas cosas aquí pero no dejaremos que nuestro bebé muera ¿sí? Él nacerá —responde cuando ve la angustia reflejada en mis ojos—. No te preocupes amor, resiste un poco más, te lo pido Gemma.
A pesar del dolor que experimento producto de las contracciones que van y vienen soporto, soy fuerte, no dejaré que esta vez nada malo me vuelve a dañar.
—¡Gemma, Gemma!—escucho la voz de Alyna salir de alguna parte de la casa.
Intento controlar mi respiración pausadamente.
—Alyna —respondo en apenas un hilo de voz.
—Estoy aquí cariño —deja a un lado las cosas para acomodarse en la cama—. Traigan toallas, agua caliente, unas tijeras o cualquier cosa filosa que pueda usar para cortar, desinféctenlo antes —le pide a ambos hombres pero Santo se niega dejarme sola.
—¿Puedes ayudarla? —le pregunta angustiado.
—Haré lo mejor, ¿hace cuánto comenzaste a tener las contracciones?
ESTÁS LEYENDO
La Tentación de lo Prohibido (Pausada)
RomanceHace veinte años dos familias juraron lealtad con un trato que ni el mismo diablo podría disolver, ahora que el patriarca de la familia Ferreti ha muerto ha llegado el momento de hacerlo cumplir. Santo Cappelleti no tendrá más opción como líder de...