Capitulo 3

3.7K 404 79
                                    

Santo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Santo

No puedo creer que los proveedores sicilianos hayan enviado a sus matones por mí solamente porque he rechazado su maldita oferta. No iba a reducir el precio que pedían, el emporio de los Cappelleti no se venderá por un par de euros.

—Señor esto ha sido enviado por el señor Raffaelle —Roberto irrumpe en mi oficina mientras arreglo los últimos detalles de mi viaje de regreso a Roma.

—¿De que se trata?

—No lo sé realmente, me ha pedido que se lo entregue personalmente —deja aquella carpeta sobre el escritorio.

La tomo en mis manos y la abro solo para reflejar fotografías de Gemma en cada páginas con letras en ellas, al parecer son datos personales, amistades, estudio, todo sobre la vida de esa chica esta detallado de manera completa en esa carpeta.

—¿Qué pretende mi abuelo con esto? —enarco una ceja.

Mi móvil vibra en ese instante, es una llamada de mi abuelo precisamente. Su idea de traer a esa chica ya ha comenzado a desesperarme, no tengo tiempo para ocuparme de la prometida de Marcello, este es un asunto que él debería resolver personalmente y no yo.

—Te escucho abuelo —le respondo tomando la llamada.

—¿Roberto te ha dado la carpeta?

—Si —me rasco la nuca—. ¿Qué quieres que haga ahora?

—Quiero que leas cada detalle de esa chica que hay allí escrito, quiero que la prepares para recibir a Marcello, conócela, encuentra lo que más le gusta, sus deseos, aspiraciones, todo lo quiero saber de ella.

—¿no podías esperar a que llegase a Roma?

—Te conozco Santo —replica—. Eres capaz de dejarla en el aeropuerto y luego largarte a otro lugar de Italia. No espero más de ti que la traigas a salvo a casa.

Ruedo los ojos.

—Nonno ahora debo colgar, si no te es de importancia los sicilianos han intentado matarme, así que no puedo permanecer más tiempo en Sicilia, ¿capisci?

—¡¿Qué has dicho?! —lo escucho gritar del otro lado—. ¿Qué hombres? ¿Qué ha sucedido?

—Debo colgar espera noticias mías en Roma, adiós.

—¡Santo espera, Santo! —exclama.

Cuelgo la llamada con mi abuelo y regreso el móvil a mi saco, tomo la carpeta en mis manos y se la entrego a Roberto.

—Guárdala muy bien en donde nadie la encuentre —le ordeno.

Roberto obedece.

—Pide que preparen el auto —observo la hora en mi reloj de mano—. Partimos en veinte a Roma.

Roberto hace lo que le he pedido, es el hombre en quien más confío, para mi suerte ha sido leal estos años, y nunca he tenido una queja por su trabajo. Trabajar para los Cappelleti es cuestión de honor, trabajar con la familia significa despojarse de lo que alguna vez te importó, familia, amigos, hijos. En este negocio no podemos fallar, si cometemos el más mínimo error nos costara la vida.

La Tentación de lo Prohibido (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora