➷ Yang Innie, Jeonginnie.

702 112 137
                                    

①②

—Suéltame, sé caminar.

El castaño seguía sosteniendo de la mano al chico mientras caminaban hacia la salida. Parecía estar indicándole el camino, pero sabiendo que obviamente ya lo conocía, tal vez estaba haciendo eso por puro gusto.

—¿Cómo te sientes ahora?— le preguntó, ignorando su petición.

—No sé a qué te refieres, bien sabes que no estoy enfermo.

—¿Cansancio? ¿Estrés? ¿Molestia?

—Tristeza.

—Eso es más grave— comentó mientras a la vez apretaba la suave mano que sostenía— ¿Cómo se soluciona? ¿Hay algún remedio? ¿Algo temporal?

—No lo sé, he padecido de esto desde hace un tiempo, estoy acostumbrado.

—Debería esforzarme para encontrar una cura.— se giró para verlo a los ojos con una sonrisa, aunque él estuviera más que serio.

—¿Qué le dijiste a los directores? Todavía falta media jornada.

—Puede que haya exagerado un poco, pero les dije que tenías dolor de cabeza, y si seguías aquí, seguramente empeorarías.

—Mentir está mal.

—Me da más remordimiento verte así, la verdad— aceptó antes de cruzar la puerta y salir a la calle, aún jalando al chico.

—Espera, ¿a dónde vamos?

—A tu casa, Yang.

—¿Tú?— le cuestionó levantando una ceja— primero, no te he invitado, segundo, ¿no se supone que deberías estar en clases? Según lo que dijiste, el enfermo soy yo.

—Lo sé, pero tal vez necesitabas ayuda para sentirte mejor. Me dieron permiso— dijo esto último en un tono dudoso, puede que no fuera del todo verdad.

—No te creo nada. ¿Sabes? Mejor quédate.

—No te preocupes, Yanginnie.

—¿Yanginnie?— replicó visiblemente confundido— Deja de inventarte apodos y ve a atender tus clases. El preocupado no soy yo, eres tú, además entrometido.

—Ya sé que soy un entrometido, llevamos repitiendo mucho eso. Ahora, iré contigo, te sentirás mejor y yo me iré.

—¿Por qué eres tan... Insistente?

—Porque me encantas...- ¡Digo! M-me encanta- yo- quiero acompañarte y... ¿Me encanta acompañarte?— soltó una pequeña risa, moviéndo su cabeza de lado a lado antes de que por fin Jeongin decidiera soltarse de la mano del castaño.

—No comiences con tus cosas raras— dijo mirándolo con una expresión desconfiada.

—Lo siento, me confundí, pero en serio... Déjame ir, te prometo que no te molestaré.

—Quiero encerrarme en mi cuarto y llorar hasta que anochezca.

—Eso querías hacer el otro día, ¿y qué pasó?

—Te metiste en mi casa y lo evitaste— respondió después de soltar un respiro— pero fue porque sabes que me da pena hacer cualquier cosa si alguien me ve, incluso llorar.

—Y ya te he demostrado que realmente no tienes que apenarte con nada. ¿Ya me viste? Soy un tonto incapaz de juzgar a alguien.

El peliblanco soltó otro suspiro antes de adelantar el paso. No iba a girar a decirle que fuera con él, de hecho, pensaba irse solo si es que el mayor no captaba la indirecta y se quedaba atrás. Por desgracia para Jeongin, Seungmin corrió trás él. Podía sentir su gran alegría incluso si no lo estaba viendo.

Lovers Rock | SEUNGINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora