37 | No haremos nada malo

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Foolish amor mío:

Si estas leyendo esto, supongo que ya estarás en tu reino, las cosas pasaron bastante rápido, pero que sepas que el hecho de haberme casado contigo hace de esta vida más tolerable.
Hoy amor mío, te cuento que si mi lealtad dependiera de mis palabras lo haría con honor, y entregaría mi vida por ti, puesto que el honor de un rey es su palabra, Foolish, juro protegerte cada día de mi vida, así esto signifique morir en guerra.
Tu luz es la esperanza de todos los que te conocen, mi deber es cuidar esa luz con mi vida, soy aquel que busca solo la prosperidad del reino bajo tu guía, déjame crear ese camino por el cual guiaras a todos.
Con mi espada y mi vida, juro protegerte, con mi corazón y mi alma, juro amarte, con mi valor y mi coraje, juro brindarte esperanza.
No voy a dejarte nunca pues tú eres mi amor, no voy a olvidarte mientras viva e incluso más allá, no te cambiaré, tú eres mi primer amor, solo prométeme, amor mío que cuando vuelva a verte me abrazaras nuevamente.
Espero que cuando leas esto yo ya este de camino a tu reino, y si he de morir, que me entierren junto a ti, si no logro mi objetivo, quiero que sepas que yo siempre te amé, y que siempre supe que tú serías un rey excepcional. Nos vemos pronto amor mío.

Siempre tuyo, Vegetta.

Foolish solo podía pensar en cuanto deseaba ya verle, y pedirles a los dioses que lo protegiesen en su camino, al igual recordaba aquellas palabras de parte de su padre, quizás si era un buen momento de tomar el trono, además con Vegetta a su lado todo sería diferente.

Mientras tanto Vegetta y los demás se enfrentaban a una tormenta en medio del mar, no la esperaban en lo absoluto, pero por suerte aquellos jóvenes eran expertos en navegar, lograron cruzar aquella tormenta con éxito, aunque ya en el ultimo tramo de viaje sucedió algo inesperado.

- Me alegra que hayamos podido superar aquella tormenta -comentó Willy llegando a un lado de Vegetta que se encontraba en cubierta.

- Y que lo digas tío, fue difícil, pero lo logramos.

- En breves estaremos en territorio de la Isla Quesadilla, debemos prepararnos para cualquier cosa.

- Tienes razón, deberíamos de bajar la bandera de Karmaland.

- Enseguida le pediré a Roier que lo haga.

- Gracias Willy.

Mientras Willy iba junto con Roier para quitar la bandera de Karmaland, sintieron un gran golpe en uno de los costados del barco, por suerte estaba reforzado por lo que solo fue un susto, pero ¿Qué era eso?

Comenzaron a revisar a sus alrededores y cuando Vegetta pudo divisar a lo lejos un navío de Isla Quesadilla.

- No, no, no. -dijo Vegetta para sí mismo.

- ¿¡Vegetta, que hacemos!? -escuchó gritar.

- ¡No podemos atacarlos!

- ¡Pero nos van a hundir! -le respondió Maximus desde el timón.

- Solo cambia la trayectoria, llegaremos al puerto del este.

- Entendido.

Dicho esto, Maximus cambio de dirección, consiguiendo llegar con éxito al puerto este, pero con el barco ya con filtraciones.

- Joder tío, por poco y no la contamos -dijo Vegetta aliviado.

- Y que lo digas, la próxima vez traigamos una bandera de la Isla -respondió Maximus.

- Estoy agotado, casi toda el agua la saque yo, Willy ni ayudó -dijo Roier tirándose al piso.

- ¿Qué dices? Te he ayudado bastante.

Entre aquellas platicas los jóvenes no se dieron cuenta de que algunos guardias se acercaban a ellos, estos les rodearon y los esposaron.

- ¿¡Pero que hacen!? -dijo Vegetta exaltado.

- La gente de Karmaland no es bienvenida aquí.

- Pero si no haremos nada malo -intentó aclarar Willy.

- Eso se lo dirán al rey.

Los chicos fueron llevados a los calabozos del castillo, ahí pasarían la noche y al día siguiente serian juzgados por el rey.

Escrito en las estrellas|FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora