23 | ¿Por qué me pides eso?

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- Entendido madre, a quien llevaré será a Noah.

- Bien, para que estés preparado Noah, no hagas esperar al príncipe.

- Por supuesto que no mi señora -respondió Foolish con la cabeza baja.

- Bien, buenas noches, espero cumplan su misión mañana.

- Descansa mamá.

La reina regreso dentro del castillo por lo que solo se quedaron Foolish y Vegetta en el jardín como en un inicio.

- Bueno, mi querido príncipe -dijo Foolish en cierto tono de sarcasmo- mañana lo acompañare a sus deberes reales.

- Así es my love -dijo con una gran sonrisa en el rostro- espero estes listo a primera hora del día, pasaré por ti para ir a desayunar y después partiremos.

- Me parece perfecto, hasta mañana entonces.

- Eh ¿a dónde crees que vas?

- A mi habitación por supuesto.

- Te acompaño anda.

Vegetta tomó de la mano a Foolish y lo llevó adentro, Quackity que todo el tiempo estuvo observándolos decidió seguirlos de manera sigilosa.

- Bien, hemos llegado, ahora sí, descansa mi príncipe -dijo Foolish.

- Descansa futuro rey -dijo Vegetta para dejarle un tierno beso en la mano a Foolish- hasta mañana.

Quackity no podía creer lo que estaba viendo, ¿Cómo era posible que el príncipe hubiese hecho eso? Ya que aquello no estaba permitido ni era correcto.

A la mañana siguiente Vegetta cumpliría con lo prometido y recogería a Foolish de su alcoba, Foolish estaba bastante feliz ya que deseaba ya pasar tiempo con su príncipe, se había arreglado para la ocasión. Vegetta llevaría a Foolish a desayunar, pero estaba algo nervioso por lo que habían pasado ya.

Llego a la puerta de su habitación con una rosa y una nota en la mano para Foolish y procedió a tocar la puerta. Foolish abrió gustoso y vio a aquel chico que parecía un niño pequeño con su flor y su carta.

- Hola Foolish, buenos días.

- Good morning.

- Te traje esto.

- Oh, muchas gracias Vegetta, eres muy amable -Foolish se disponía a leer la carta, pero Vegetta lo detuvo antes de que pudiese hacerlo.

- Ahora no, ya la leerás cuando regresemos.

- Solo por esta ocasión te hare caso.

Ambos se fueron rumbo a los establos pues saldrían en caballo a realizar sus tareas.

- Hombre Maximus ¿listo? -preguntó Vegetta.

- Aunque no lo estuviera, me obligan a acompañarte, en breves vendrá Willy.

- A mí también me alegra tanto verte -dijo sarcásticamente Vegetta.

- Noah hombre, ¿Cómo estás? -dijo Willy entrando a los establos.

- Hola Willy.

- Que grosera se ha vuelto la gente -comentó Vegetta indignado.

- A ti te vemos más continuamente llorón -le contestó Willy.

- Claro, por eso me ignoran, como no se me ocurrió, en fin, ¿Cellbit ya esta fuera?

- Así es, solo espera ordenes para abrir las puertas, hay bastante gente fuera del palacio pidiendo ayuda.

- Maximus, sal y diles que se retiren, más tarde pasaremos personalmente con cada uno para escuchar sus demandas.

- Enseguida.

- Foolish puedes escoger el caballo que quieras, solo...

- Si si, a Vicente no le tocaré -Vegetta rio ante aquel comentario.

Mientras Foolish escogía cual caballo se llevaría Vegetta aprovecho para poder hablar con Willy antes de salir.

- Willy.

- Dime.

- Tú sabes que yo te considero mi hermano, sé que si mi vida peligrara puedo confiar ciegamente en ti.

- Lo sé, crecer juntos no ha sido en vano.

- Bueno, me alegra que seas consciente de ello, así que Willy, cualquier cosa que te parezca extraña, de ahora en adelante, respecto a Foolish y Alexis, te pido que me lo informes -Willy asintió ante aquel comentario.

- ¿Por qué me pides eso? -preguntó algo desconcertado.

- Bueno es que algunos comportamientos me han parecido... extraños, quiero saber que es lo que pasa en realidad.

- Bien, no te preocupes, estaré alerta.

- Gracias Willy.

- ¡Este me gusta! -gritó Foolish frente a uno de los caballos del lugar.

- Ese será tuyo entonces.

Los príncipes junto con Willy se dirigieron hasta la puerta donde ya se encontraba Maximus con su caballo.

- ¿Ya se fue la gente?

- Solo algunos, los demás dijeron que esperarían hasta que la reina saliera a hablar con ellos.

- Joder esta gente, vamos.

Vegetta ordenó abrir las puertas y la horda de gente que estaba ahí intentando entrar se quedaron pálidos al verlo, al parecer hubiesen preferido cualquier otra persona antes que a él.

- ¿Y bien? ¿Por qué siguen aquí? -todos bajaron la cabeza y se quedaron en silencio- ¿Ya les comieron la lengua? Si antes de abrir escuchaba sus gritos.

- Mi señor -decidió hablar uno de los aldeanos- estamos aquí para pedir su ayuda.

- ¿No les han dicho que los vería más tarde?

- Si mi señor, pero...

- Entonces regresen a sus hogares, em unas horas estaré con ustedes, y si me entero de que volvieron aquí, créanme, nadie tendrá ayuda nunca más. 

Escrito en las estrellas|FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora