¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Durante un periodo de dieciocho años, a Giyuu le había disgustado su apariencia completamente.
No soportaba verse al espejo y notar aquella fina cintura que poseía, junto a sus anchas caderas y sus regordetes muslos. Su delicada apariencia se asemejaba mucho a la de un omega común y corriente, portando aquella aura delicada y sumisa que lo hacía muy diferente a los otros betas con los que solía convivir.
Él solía amar su apariencia muchos años atrás; cuando sus padres aún se encontraban con vida. La simple idea de ser un omega le encantaba, pues su madre era una hermosa omega y su apariencia era un deleite para la sociedad, siendo él quien más la admiraba y envidiaba a la vez. Ella fue su modelo a seguir, y no especialmente por su deslumbrante belleza, era más por la cantidad de hombres que habían detrás de ella.
Giyuu soñaba con poder llamar la atención de igual forma; anhelando tenerlo todo, y no porque haya crecido con aquella idea extraña en su cabeza, sino porque su madre solía mencionarle mucho cuan precioso era, elevando su ego por los aires mientras le recordaba que si de casualidad, la vida le daba la oportunidad de ser un omega no debía de desaprovecharla, sino conseguir absolutamente todo lo que quisiese con tan solo su simple presencia y su desbordante belleza.
Y eso fue algo que siempre tuvo pendiente hasta el día de su muerte.
Y quizás fue en la secundaria que empezó a odiar su físico casi por completo; el accidente que le quitó la vida a sus padres, también le había afectado mucho a él en las hormonas, impidiendo que luego de ello pudiese tener un celo normal, o produciera las suficientes feromonas como para llamar la atención y obligándose así mismo a dejarlo todo a otras y vivir como un beta en compañía de su molesta hermana.
Aunque, no fue ahí donde empezó todo, sino un años después cuando ingreso al bachiller.
Los Alphas solían acosarlo mucho por su apariencia física, queriendo adueñarse de él mientras aseguraban con palabras que tomaba alguna clase de supresor costoso para ocultar sus feromonas y vivir como un beta, diciendo también que quizás era un plan de su familia para mantenerlo a salvo de las personas que asesinaron a sus padres. Y aunque se escuchaba una estupidez, habían personas que consideraban aquella teoría cierta, pues su apariencia era tan delicada, llamativa y sumisa, que muchos consideraban que no podía tratarse de un simple beta.
En ese tiempo agradecía que Sabito fuese un alfa dominante y su mejor amigo, pues con su simple presencia era capaz de espantar a cualquier cabeza hueca que no quisiese entender que él era un supuesto Beta, aunque aquella protección de parte del alfa había provocado muchas polémicas en dónde se rumoreaba sobre una supuesta relación secreta entre ellos dos, relación que claramente era mentira pues Sabito había estado enamorado de Makomo desde el Kínder. Aunque Giyuu no podía negar cuan enamorado estaba en ese tiempo de quién siempre fue su mejor amigo, y todo aún sabiendo que este no le correspondería ya que siempre menciono desear un bello Omega con quién procrear y tener muchos cachorros; y él con su condición dudaba poder siquiera concebir vida alguna.
