La idea de volver a la escuela después de todo, no le agradaba en lo absoluto.
Giyuu se había mentalizado por unos cuantos días para ese momento, sintiéndose agobiado cada día que pasaba hasta que, el día de asistir a clases, llegó.
En el transcurso de la semana había hablado sobre ello con Sanemi, explicando la razón principal de sus nervios y otras cosas que implicaban sus pocas ansias por volver a estudiar, obteniendo simples palabras del alpha que no lo ayudaban mucho, pues Sanemi le brindaba opciones que iban desde recurrir a otra cita médica y pedir más tiempo de descanso, hasta simplemente dejarlo todo atrás y vivir una vida tranquila.
En algún punto también le había preguntado si queria ser cambiado de instituto, comentando que quizás sería mucho mejor y más cómodo, pero se había negado.
No podía perder más clases de las que perdía, no podía simplemente dejar la escuela y hacerse el chivo loco, y tampoco quería cambiar de instituto a finales de semestres y tener la obligación de empezar todo desde el principio.
Así que, cuando el lunes llegó, se preparó como lo hacía todas las mañanas para asistir a clases; siendo está vez, el único momento donde dudaba de que ponerse pues toda su ropa era de marca y nueva, así que recurrió a lo más simple que logro encontrar en el armario.
Se tomó el tiempo para desayunar mientras hablaba por teléfono con Kanroji. Sanemi se alistaba para asistir al trabajo esa mañana así que, por obvias razones, esté le llevaría al instituto esa mañana y quizás muchas otras.
━━Tus feromonas dan a entender tus nervios. ━━Sanemi le había mirado de reojo.
Treinta minutos más tarde ambos se encontraban de camino al instituto, la fría brisa mañanera colándose entre los cristales abiertos, mientras él delicioso aroma a café inundaba el auto completo tras Sanemi haberse detenido a comprar uno por ahí.
Giyuu dejo atrás el paisaje mañanero que era participe de ese día, centrando su oceánica mirada en el marcado cuerpo que con carácter invencible conducía entre los autos y hacia rugir el motor de aquel envidiado deportivo. Sanemi se veía demasiado joven para estar casi en los treinta, siendo un hombre extremadamente guapo y deseable hasta el punto de, quizás, tener más aficionadas que cualquier actor famoso.
Pero la pregunta aquí era;
¿Cómo había terminado él, entre las manos de aquel hombre?.
Por qué había que ser estúpido para no darse cuenta de que él no encajaba en lo absoluto en la vida del alpha, pues mientras Shinazuwaga Sanemi era un hombre exitoso, dueño de una cadena de locales de tapicería, millonario hasta por los poros y un alpha totalmente deseable; él no era más que un simple crío cuyos traumas lo guiaron a perder por un determinado tiempo su virtud como Omega, obligándolo a vivir como un beta y depender emocionalmente del cariño ajeno mientras temía que las pesadillas volviese a su vida.
ESTÁS LEYENDO
𝗕𝗨𝗥𝗡𝗜𝗡𝗚 「SaneGiyuu」
Fanfiction𝗕𝗨𝗥𝗡𝗜𝗡𝗚 | Porque él era un ángel que cayó bajo los encantos de un cruel demonio. Donde Tomioka es un omega recesivo que se ...