Pensaría que su domingo sería el más aburrido del mundo, alas cinco pm se había despertado, y hubo varios golpes en la puerta, que la asustaron.
__¿Quien es?.—Se acercó ala puerta, su cabello estaba desordenado.
__¡Lisa, abre!.—Seguian golpeando.
La rubia al escuchar esa voz, se le formó una sonrisa, una felicidad inmensa, y todo al carajo, abrió la puerta, y se tiro encima de aquella pelinegra con flequillo.
__¡Momo!.—La rodeo en sus brazos.—La puta madre, te extrañe.—Hasta sacaba lágrimas.—Mierda.—Le dio muchos besos en las mejillas.
__Tonta, hace como veinte minutos estamos tocando.—La pelinegra lloraba también, todo era muy dramático para la vista de la castaña dahyun quien miraba con horror.
Si era sentimiento, ambas se extrañaban, ahora sus corazones titilaron otra ves, nuevamente con su anormal favorita, la chica que podía ser el ridículo. A pesar de la distancia, nada iba a interrumpir su gran amistad.
__Tranquilas, yo soy invisible.—Las miró un poco ofendida, y un puchero.—Mejor me voy...
__¡Dubu!.—Las dos se le tiraron encima para abrazarla, si las dos. Fue un lindo recuentro, nisiquiera lo esperaba, no hubo aviso alguno, bueno si, no había revisado su teléfono. Las dejo pasar, ingresaron para tomar café, y hablar sobre como les estaba yendo, y otras cosas de amiguitas, como:
__¿Como es eso de que tienes novia?.—La pelinegra momo clavo la mirada en los ojos de la rubia.—¿Y que te hiciste rubia por ella?, ¡Explicame!.
__Parece más tu novia, que la mía.—La castaña Rascó su nuca para luego empujar ala pelinegra.—Momo idiota.
__Si..., pasaron muchas cosas, y.... bueno surgió cuando estuve ebria.—Sincero con un puchero.
__Ya veo.—La castaña Dahyun Posó un dedo en su barbilla, estaba mirando mucho a su amiga, tenía un gran cambio de cabello.—También te lo corto.
__S-si...—Miró como Momo miraba un poco triste.—Hia...
Hirai Momo, simplemente era una de sus mejores amigas, junto a Kim dahyun, pero ahora tenía a otra, park Roseanne. Alguien con su misma condición, ¿Pero donde esta?.
__Viejo pedorro, le sacare los huevos, se los voy a dejar como dos sacos de té.—La pelinegra se levantó para usar como espada una bombilla.—Le voy a sacar un huevo, y después el otro.
Bueno al final no estaba triste al parecer, solo era un demostrar de pena, para luego atacar con las palabras. Eso le pareció gracioso a las demás, así que se echaron a reír como nunca.
Estuvieron charlando de su situación un buen rato, puras maldiciones salian de la boca de la japonesa, por parte de la castaña sólo miraba, estaba claro que podría escapar, pero ese señor manobal, podría hacer algo horripilante, había mucho de que pensar. El padre es un viejo mediocre, que le gusta ver a kilómetros dinero, por aquello daría hasta su alma, total seria rico.
__Tengo una carta escrita por mi madre, y no sé si leerla.—Suspiró.—No se si vieron la motocicleta afuera, bueno es mía.—Finalizó para mirar a ambas.
__Moto mami.—Recibió una gran abofeteada.—Bueno...¿Por que no la lees?.—Preguntó momo, la preguntona recibió un golpe en el hombro.—Ey.
__Te quiero seria. Es obvio que no tiene el valor, sería igual, ¿como es que aquello llego a tus manos después de años?.—Habló la castaña.
__Claro..., ha llegado por si, eso decía la carta de mi padre.—Claramente esa carta ya no existía, se había destrozado, y volado por los aires.
Estuvieron dándole apoyo emocional, ala pelinegra se le ocurrieron millones de ideas para que escape, pero se nego en todas, la castaña la invito a su casa, pero también se nego, el instituto ya iba a terminar, eso les aviso, que tal ves al salir iría con ellas a juntarse, o no se sabría que pasaría al terminarlo.