Mariposa

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__¡¡Feliz cumpleaños!!.—Un portazo se presenció en la oficina del instituto.

La tailandésa miró a aquella ruidosa, su esposa con un pastel azul, y unas mariposas de decoración. La pelinegra dejó el pastel en el escritorio, y luego fue a los labios de su amada rubia.

__¡¡Oh, Nini gracias!!.—La abrazó con todas sus fuerzas.

__Todo para mi directora, felices veinticinco, Leoncita.—Miró esos ojos que nunca dejaran de dar esa chispa de amor.

__No, no, aun siento ese amor desde que nos dimos el primer beso.—Sinceró mirando esos ojos gatunos que aún la matan, si, son preciosos.

__Tranquila, no eres la única.—Posó sus manos en las mejillas de su esposa, y le dio un cálido beso.—¿Comemos del pastel?.

__Quiero..—Se separaron, y luego se sentó en la silla, como solo había una, la pelinegra se tuvo que sentar en sus piernas.—¿Y mi bebe?.

__Cual de todos, ¿Jane?, en el jardín.

__No, yo pregunto por mi motocicleta, se la preste a tu hermana, y aun no aparece.

__Agg, y no sé, aún no vuelve.—Cortó un pedazo del pastel.—Toma.—Le entregó una rebanada.

__Gracias, por cierto, Ruby y Jane, ¿Crees que llegarán a venir a este instituto?.—Ya se había imaginado todo.—Ay, mis niños.

__Pues tu hijo jane esta muy enojado por que quiere estar con nosotras aquí, así que lo más seguro es que si, y Ruby bueno ella, esta haciendo cosas malas..

__¿A quien se parece?.—Elevó una ceja.

__Mejor comamos pastel.—Comenzó a cortarlo. Las dos rieron, tenían dos preciosos mellizos, una niña, y un niño, ambos tenían cinco años, y eran unos rebeldes, se parecían más que nada a la pelinegra. Antes de comer del pastel le dio por decir algo.

__Ser directora me dio tantas ventajas, ¿Sabes donde esta, Eunwoo?, necesito dar unos folletos.

__Shh, basta de ese tontito, ¿Por que no hacemos algo mejor?.—Mordió su labio inferior.

__Hey, que pervertida, siempre que vienes algo surge, y no me niego.—Con rapidez se levantó, la pelinegra enredo sus piernas en su cintura, y luego quedó sentada en el escritorio.

__Leoncita...—Susurro en su oído, haciendo que la rubia se encienda.

La tailandésa le desabotoneo la camisa, mientras la coreana hacia lo mismo, luego los pantalones fueron retirados, como la ropa interior, dejando ver cada sitio desnudo. Ambas se miraron con deseo.

__Hazme tuya.—Gruñó jennie. Luego unió esos labios de una forma feroz, cada gota de deseo era dejada ahí. Acaricio la espalda de su esposa, mientras esperaba que esta accione.—Leoncita...

__Espera Nini.—Con cuidado tomó un condón, después de un lío se lo coloco. La pelinegra pedía a gritos ser follada por su esposa.

__Leoncita..—Parecía una gata en celo.

La alta tomó su miembro y lo dirigió a aquella zona, una zona que le daba satisfacción. La pelinegra Gimió al sentir la gran cosa ingresando en ella.

__¡¡A-ah!!.—Gimió como si fuera la primera vez. La tailandésa le tapo la boca para que no sea tan ruidosa, o serían descubiertas.—Mm...—Rodó sus piernas sobre su cintura. El escritorio no era de lo más cómodo, pero ya se hacía costumbre, el amor era echo en cada sitio, baños, cocinas, salas, estaban perdidas en el deseo.

Con rapidez la rubia se movió, mientras apretaba sus labios para no soltar algún gemido dichoso. La pelinegra clavo las uñas en su espalda, se sentía el cielo, pero ala ves un infierno, dolia, y era la mejor sensación. Los gemidos salian y salían, no importa si la mano de su esposa los impedían, era brusca.

HAN-B-OKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora