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POV JENNIE.

Me dolían los muslos al salir de la ducha.

Había estado corriendo más tiempo esa mañana. Necesitaba deshacerme de todo el exceso de energía posible porque iba a pasar el día en el coche con Lisa sin poder tocarla, besarla o acostarme con ella.

Era consciente de que iba a quedarme con las ganas. Pero ya estaba así desde que la había dejado alejarse de mí dos días antes.

Eso era algo que me daba igual; estaba deseando que llegara el día de la excursión por la costa, aunque en realidad debía haberla cancelado.

De hecho, no debía habérsela propuesto.

Había tenido que convencerla de que viniera conmigo y eso había supuesto una nueva experiencia para mí. No estaba acostumbrada a esforzarme para conseguir que una mujer hiciera lo que yo quería, pero había disfrutado del reto.

Y ella valía la pena.

Me sequé y me puse unos pantalones cortos con una camiseta.

Nada que fuera a llamar la atención.

La mayoría de las mujeres con las que me había acostado habían estado desesperadas por ir a los lugares más fotografiados de Los Ángeles; necesitaban que las vieran, y tenían la esperanza de que las descubrieran conmigo.

Pero Lisa no.

De hecho, había parecido horrorizada ante la idea de que alguien nos viera juntas.

Tal vez solo tenía miedo de exponer mi relación con Hyunji, pero la forma en que se había tensado ante la idea de ser descubierta me había hecho pensar que su miedo tenía un origen algo más profundo.

Cogí la cartera y las gafas de sol de la mesilla de noche y salí.

No quería llegar tarde.

Mi asistente se había encargado de que me trajeran un coche que no llamara la atención a primera hora de la mañana, con una cesta de pícnic en el maletero.

No había conducido mucho con el otro, pero lo había cambiado por si acaso algún fotógrafo había tomado nota de la matrícula. Quería que Lisa se sintiera cómoda, y no tenía sentido correr riesgos innecesarios. Y tampoco quería poner en peligro mi carrera.

Subí los escalones hasta el porche en dos zancadas y llamé a la puerta.

La oí maldecir en el interior.

—Te he oído.—dije riendo.

—Acabo de tirar… No importa. Entra.

Abrí la puerta y pasé.

—¿Lisa?.—pregunté cuando no la vi.

Apareció al otro lado de la barra.

—¿Ves? Acabo de tirar el café. —Levantó un paño como para demostrármelo—. No soy una persona muy coordinada por la mañana.

Tal vez no, pero era preciosa.

Tenía las mejillas sonrojadas, y el pelo castaño le caía sobre los hombros.

Recorrí su cuerpo y me detuve cuando encontré lo que buscaba.

—Bonita falda. —Intenté reprimir una sonrisa. Quizá me hubiera hecho rogar para verla así, pero la recompensa merecía la pena.

Se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, pero yo sabía que no era así.

No creía que Lisa fuera el tipo de chica que hacía muy a menudo lo que las personas le decían.

ScandalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora