Scandal

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POV LISA.

Me quité el exceso de brillo de labios e intenté echarme un vistazo al culo en el minúsculo espejo de la habitación de Jennie.

Siendo tan guapa, habría sido de esperar que tuviera más espejos en su casa.

-Tienes un culo impresionante.-dijo Jennie, acercándose a mí -. De hecho, si lo prefieres, me sentiría muy feliz quedándome en casa esta noche para concentrarme exclusivamente en él.

Me reí.

-Está perdiendo su encanto, señora Kim.

Aparté con un manotazo sus dedos de mi trasero.

No me habría puesto tan nerviosa por hacerlo público si Jennie y yo hubiéramos atravesado juntas el vestíbulo del hotel Mandarin Oriental de Nueva York para pasear de la mano por Central Park en cuanto le dije que estaba preparada para hacerlo público.

Entonces estaba muy segura de mi decisión.

Pero la vida no era tan sencilla.

Al parecer, teníamos que esperar hasta que Hyunji fuera vista con su prometido y confirmara que había seguido con su vida.

Así que dejamos que pasaran un par de semanas entre el día que le había dicho que estaba dispuesta a intentarlo y el momento en el que publicaran las primeras fotos de nosotras dos juntas.

El problema era que, cuanto más tiempo tenía para pensar, más preocupada estaba.

-¿Estás preparada? .-preguntó, metiéndose la cartera en el bolsillo de los vaqueros.

-Nunca estaré más preparada. -Me pasé la correa del bolso por encima de la cabeza hasta que reposó sobre mi cadera.

Íbamos a cenar al Chateau Marmont porque era un sitio que a Jennie le encantaba, y Sinclair había estado de acuerdo que era un buen lugar para que nos dejáramos ver juntas por primera vez.

Al parecer, había avisado a un fotógrafo amigo.

-Oh, mierda, espera, tengo que darte algo.-me detuvo Jennie, y luego desapareció por la puerta del dormitorio; volvió solo unos segundos después y me ofreció lo que parecía una tarjeta bancaria.

-¿Para qué es?

-Es una tarjeta de crédito.

-Gracias. Eso ya lo veo. ¿Por qué me la das? Llevas la cartera en el bolsillo. ¿Por qué no la metes ahí?

-Porque esta es tuya. Está vinculada a mi cuenta, pero quiero que la tengas por si necesitas algo.

Cogí la tarjeta.

En efecto, estaba a mi nombre.

-¿Para qué? ¿Para ir a la compra?

-No sé. Por si necesitas ropa, zapatos, artículos de maquillaje. Lo que sea. Sé que tienes tu propio dinero, pero no quiero que lo gastes en comprar lo necesario para evitar las críticas de la prensa rosa.

-Puedo permitirme comprar lo que sea. No espero que corras con mis gastos solo porque soy tu novia.

-Lo sé, y cuando mi asistente me preguntó si debía programar también una transferencia bancaria mensual, le dije que no.

La miré atónita, no podía decirlo en serio.

-¿Te preguntó si querías hacerme un pago regular? Sabe que no soy una prostituta, ¿verdad?

Se rio.

-Tranquila. Ya sabes cómo hacen las cosas en Los Ángeles y lo raros que son.

-¿Aquí es normal entregarle a tu novia una tarjeta de crédito y pasarle un sueldo mensual?