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POV LISA.

Me puse las gafas de sol justo antes de salir de la recogida de equipajes.

El vuelo de Portland a Los Ángeles había transcurrido sin incidentes, pero, si me dejaba llevar por mi impresión, había durado semanas.

Una vez que había decidido darle a Jennie una segunda oportunidad, cada segundo lejos de ella era demasiado tiempo.

No había ningún paparazzi a la vista cuando giré hacia la parada de taxis.

Esperaba que Rosé tuviera razón y lo de mi foto ya no fuera noticia.

Al fin y al cabo, yo no era una estrella de cine.

Quería hablar con Jennie cara a cara.

No quería soltarle todo lo que tenía dentro por teléfono.

Me había acusado de huir de ella, y quería demostrarle que había vuelto si ella me aceptaba.

Me metí en la parte trasera del taxi y traté de relajarme, de decirme a mí misma que estaba haciendo lo correcto, aunque lo cierto era que no sabía cuál iba a ser la reacción de Jennie cuando apareciera.

Gracias a las redes sociales sabía dónde iba a encontrarse esa tarde, y había conseguido obtener una entrada para la misma comida benéfica. Había pagado por ella los beneficios de un mes en la tienda, pero ella lo valía.

Me pareció adecuado que fuera un gran evento público.

El lugar perfecto para demostrarle no solo que ya no estaba huyendo, sino que también le había perdonado lo de Shownu y que aceptaba que la atención de la prensa era una parte de ella que no podía cambiar.

Ansiaba que entendiera que lo único que me importaba era que estuviéramos juntas.

Llegué al hotel Beverly Hills antes de lo que esperaba.

La ansiedad me hizo sentir el estómago revuelto.

Había pensado que ese iba a ser el escenario perfecto para un reencuentro, pero al estar allí, me di cuenta de que no había considerado lo que me podía hacerme sentir un rechazo público.

Habían puesto una alfombra roja en el exterior, y los fotógrafos no paraban de hacer preguntas y peticiones mientras los asistentes se dirigían a la entrada.

El taxi se detuvo a poca distancia del primer escalón y, cuando me bajé, estiré el cuello para tratar de encontrar a Jennie.

Me acerqué al conductor y le di una buena propina para que me llevara mi equipaje a la recepción; en ese momento, yo tenía que recorrer la alfombra roja.

Inspiré hondo para reunir el valor necesario para dar ese paso hacia Jennie y me acerqué a la cuerda de terciopelo.

Noté que me fallaban las rodillas al ver los brillantes ojos felinos y el pelo castaño de Jennie un poco más allá, donde los asistentes más importantes recorrían despacio la alfombra roja.

Quise pasar por encima de todos los que nos separaban y lanzarme sobre ella, pero era consciente de que eso iba a atraer demasiada atención.

Paso a paso, avancé por detrás de la cuerda de terciopelo, sin dejar de mirarla. Rogué para mis adentros que se volviera hacia mí, pero ella sonreía y charlaba con los fotógrafos mientras recorría la alfombra.

Había unas ocho o diez personas entre nosotras, pero la pasarela no era lo bastante ancha como para que yo pudiera adelantar a ninguno.

—¿Cómo se llama, por favor?.—me preguntó uno de los fotógrafos que tenía delante.

ScandalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora