13

662 96 4
                                    

POV JENNIE.

Comprobé el reloj al abrir la puerta de la caravana de maquillaje.

Llegaba a tiempo por los pelos.

Me había resultado demasiado difícil soltar por la mañana el cuerpo caliente de Lisa.

—Hola, Jennie.—dijo Nayeon, acariciando una silla vacía—. Hoy
eres mía.

Sonreí.

—Perfecto.

La jefa de maquillaje era rápida y amable, lo que me venía bien.

Me senté.

—¿Cómo te va en la costa? No te hemos visto nada por Portland.—comentó Nayeon.

—Sí, Jennie.—intervino Jihyo, la otra maquilladora que trabajaba en la caravana—. ¿Cómo es que no te quedas con el resto? Deberías unirte al grupo alguna noche. —Echó las caderas hacia delante, y buscó mi mirada en el espejo—. En Maine hay un tequila sorprendentemente bueno.

—Mi cabeza puede dar fe de lo bueno que es.—constató Nayeon—. Y hay muy buen marisco en algunos de esos pintorescos restaurantes de la ciudad.

—Me lo estoy tomando con calma.—respondí. No quería que pensaran que me consideraba demasiado buena para compartir salidas con el resto del reparto y el equipo.

—¿Estás sometiéndote a algún tipo de desintoxicación o algo así?.—Nayeon me colocó el babero de papel alrededor del cuello.

—Más o menos. —Quizá me habían relegado a Maine, pero me había proporcionado un trozo de normalidad que había descubierto que disfrutaba. Una especie de hogar. Y eso había sido justo lo que necesitaba—. Es un lugar tranquilo, y estoy recuperando el sueño.

—No parece la Kim Jennie que conocemos.—se burló Jihyo, moviendo las cejas—. Entonces, ¿es cierto que Hyunji te ha domesticado?

Me reí y cerré los ojos mientras Nayeon empezaba a pasarme una esponja por la cara.

—Algo así. —Hyunji no era precisamente mi centro de atención en ese momento.

Sonó mi teléfono y me moví para poder sacarlo del bolsillo trasero.

—Vuelvo enseguida.—le dije a Nayeon, y me dirigí al exterior.

—Hola, Joohyun. Hacía tiempo que no sabía de ti. — Joohyun y yo nos habíamos hecho amigas en mis días como modelo en Nueva York.

Era un rollete sin complicaciones, y confiaba en ella lo suficiente como para saber que no iba a vender ninguna exclusiva.

Sin embargo, rara vez me llamaba.

Esperaba que no le pasara nada.

Hola, guapa. He estado pensando en ti.

Normalmente, le habría respondido que yo también había pensado en ella, pero no lo había hecho. Y, por alguna razón no quería que ella se hiciera a la idea de que sí lo había hecho.

—¿Qué es de tu vida?

Acabo de terminar una campaña para Gucci, así que me voy a comer un sándwich como celebración.

Me reí.

—Impresionante, y felicidades, por supuesto.

Gracias. Tengo algo de tiempo libre y me preguntaba si todavía estabas por Maine. Me comentaste que podrías llamarme.

Cuando me enteré de que iba a estar en la Costa Este durante algunas semanas, había llamado a Joohyun.

Había quedado con ella al menos una vez al mes desde que empecé la historia con Hyunji, y había planeado aprovechar al máximo que ella había firmado un acuerdo de confidencialidad mientras estuviéramos a solo un par de horas de distancia la una de la otra.

Pero habían pasado semanas y no la había llamado.

Ni siquiera había pensado en ella.

—Sí; de hecho, estoy en el set ahora mismo. Siento no haberte llamado. El rodaje está siendo muy exigente.

Si no puedes venir a Nueva York, tal vez podría acercarme tu próximo día libre. Necesito quemar el sándwich, y estoy segura de que podrías ayudarme.

Así era lo que había entre nosotras.

Ocasional.

Sin más expectativas que buen sexo.

Por eso nuestros encuentros siempre habían funcionado bien.

En condiciones normales, habría estado encantada de pasar un rato con ella, pero el caso era que no me sentía muy entusiasmada.

—No tengo días libres. El horario me está matando.

Ah.—dijo ella, sorprendida.

Si no me creía, tenía razones para no hacerlo. Sí que tenía una jornada libre en tres días, y estaba segura de que, si se lo decía, habría reservado un vuelo antes de que hubiéramos colgado.

Pero no quería verla.

Al día siguiente de la excursión a la playa, Lisa y yo nos encontramos cuando salimos a nuestros respectivos porches, acabamos disfrutando de la puesta de sol y luego entramos
juntas.

La noche siguiente había sido igual.

Y la siguiente.

En la semana que había transcurrido desde que nos habíamos besado en las dunas, había visto a Lisa todos los días.

Había dormido en su cama cada noche. Al final del día quería hablar con ella, escuchar sus historias sobre Worthington y sobre sus joyas, deseaba que se riera de mí, pero sabiendo que se corría de forma salvaje cuando follábamos.

Lisa y yo no estábamos saliendo.

No teníamos una relación.

Solo éramos vecinas de forma temporal con derecho a roce.

Podría quedar en Portland con Joohyun ese fin de semana sin dificultad. Pero no quería hacerlo porque podía estar con Lisa en su lugar.

Me gustaba esa chica, y se había colado en mi interior.

—Lo siento. Tal vez cuando haya terminado el rodaje. —Era una sugerencia vacía. Algo me decía que tener encuentros casuales iba a estar fuera de mi alcance mientras Lisa formara parte de mi vida. No podía imaginarme deseando a alguien más de lo que deseaba a Lisa, para follar, para hablar, para divertirme o para compartir ideas.

Si tenía que elegir entre otra persona y Lisa, Lisa ganaba siempre.

Claro, ya me dirás.—dijo ella—. ¿Sabes?, suenas un poco diferente. Como si el aire de Maine te estuviera sentando bien. O tal vez hayas conocido a alguien. En cualquier caso, me alegro por ti.

Me reí.

—Cómo me conoces… —Pero no era así. Al menos de verdad. Pero había conocido a alguien que sí sabía cómo era. Al menos, más que la mayoría de la gente—. Creo que he heredado el cetro de George Clooney.

Si tú lo dices.—comentó ella, aunque no parecía convencida.

Tal vez no era tan buena actriz, después de todo… Tal vez Lisa me había calado más hondo de lo que pensaba.

ScandalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora