Scandal

28

POV JENNIE.

Tiré de Lisa hacia el interior de la suite y la inmovilicé contra la puerta con mis caderas.

No podía creer que estuviera allí.

Había echado de menos su olor, a brisa marina mezclada con flores de verano; la forma en que me miraba como si yo lo fuera todo.

¿Cómo había sobrevivido sin ella durante tanto tiempo?

Lo último que había esperado era verla ese día. Yo era una tipa que normalmente se tomaba las cosas con calma, pero al verla me había quedado paralizada, casi en estado de shock.

Me aterrorizaba que hubiera venido a poner punto final a lo nuestro.

Necesitaba contárselo todo antes de que las cosas llegaran más lejos.

Porque había algo que no le había dicho a Rosé.

La rodeé con los brazos y sostuve su cuerpo contra el mío mientras nos alejábamos de la puerta.

—Tengo que hablarte de Shownu.

Asintió.

—Rosé me ha dicho que le pagaste. Gracias.

—Podríamos haber llamado a la policía, pero eso solo habría atraído más atención. —Dejé caer un beso en su frente.

—Estoy de acuerdo. Me estabas protegiendo. No querría pasar por un juicio. —Pasó los dedos por mis labios.

—Hay más…

Entornó los ojos al mirarme.

—Sinclair me dijo que él se encargaría de todo, que no debía ir con él a entregar el dinero. —Me concentré en la mesa del comedor al otro lado de la habitación. No podía soportar ver la decepción en su rostro—. Le dije que me quedaría en el coche. Solo quería ver a ese maldito idiota, saber si tenía el valor de aparecer. Cuando llegó, no pude evitarlo…, acabé dándole un puñetazo. En la cara. Creo que le rompí la nariz. —Hice una mueca de dolor—. Lo siento, se me fue la mano.

Como no respondió, la miré de reojo.

Juntaba los labios como si intentara reprimir una sonrisa.

—No te habrás metido en un lío, ¿verdad?.—preguntó.

Negué con la cabeza.

—Sabe que no puede ir a la policía: lo acusarían de extorsión.

Me pasó los dedos por el pelo.

—Creo que te quiero aún más. —Me beso; suspiré, aliviada de que no se hubiera enfadado.

—Te quiero.—susurré, y bajé la cabeza para darle un beso en la oreja.

Disfrutaba de la forma en que sonaba.

—Yo te quiero más.—respondió, y mi polla pegó un brinco dentro de mis pantalones como si me hubiera dicho una guarrada.

Nunca había pensado que esas palabras pudieran excitarme.

Busqué el borde de su falda y deslicé la mano hacia arriba para acariciarle el trasero.

—Llevas una falda.—comenté.

—Sé que te gusta.

Gemí.

No había nada que no me gustara de Lisa.

Su corazón, su alma… Me inspiraba para ser mejor persona. Y, además, era testaruda y decidida y estaba desesperada por complacerme en la cama.