Capítulo 13

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País del Fuego, Konoha:
Hotel Sarutobi.

⏰ 10:30 PM.

- ¡No es justo lo que está haciendo! -volvió a gritar furiosa.

-No es justo... -repite sus palabras con cinismo- Tienes toda la razón Tsunade, usted también alcalde, intentaré explicarles todo para que me entiendan.

-Tal vez la empresa Sabaku haya tomado una decisión equivocada y usted no esté al tanto -dice Tsunade nuevamente- Es muy natural en una empresa tan gran...

-Tsunade -le quita las palabras de la boca- Yo decidí vivir en esa casa que haces llamar tuya, ya no voy a venderla.

La Senju queda en blanco ante tal afirmación, ya no había mal entendidos, las cosas estaban claramente dichas.

-Sí pero... usted no puede hacer eso -reclamó Hiruzen.

- ¿Cómo que no puedo? La casa es mía -afirma- Mía -repite.

-Usted dio su palabra -recrimina la rubia.

-Palabras... palabras son palabras Tsunade, si no se tiene nada sobre papel todo puede cambiar, principalmente en un negocio de este tamaño.

-No es posible -niega indignada.

Parece que la rubia en cualquier momento iba a enloquecer, teniendo en cuenta todos los sucesos devastadores que vivió había sufrido varios ataques nerviosos cómo el que estaba a punto de tener.

-Señor Rasa quiero dejar en claro que hay consecuencias legales -amenaza el Sarutobi, preocupado, viendo a Tsunade en un estado grave.

-No recuerdo haber firmado nada para ustedes.

- ¡Lo que usted está haciendo conmigo es inhumano, es monstruoso, jugó con mis sentimientos! -explotó- ¿¡Por qué!?

Algunas lágrimas de frustración adornaban su rostro.

-Señor Rasa por favor, Tsunade al parecer está entrando en un ataque nervioso ella padece de eso aunque lo tenía todo bien pero esto que está pasando es muy impactante para ella, inclusive adornó la mansión para usted que iba a ir a cenar con nosotros...

- ¡Qué bien! Eso es muy bueno señor Hiruzen porque nuestra negociación, la compra de todos los inmuebles es a corpus, es decir, cómo dicen por ahí vulgarmente, lo incluye todo por lo tanto todo lo que hay dentro de esa mansión me pertenece.

-Pero señor Rasa...

- ¡¡¡Usted no vale nada!!! -grita Tsunade con desesperación aparentemente fuera de control- Nunca tuvo la intención de deshacerse de la casa... ¿No es verdad?

Rasa sin decir nada sólo la miraba asintiendo y con cara de victoria amarga.

-Estoy ejerciendo mi derecho, la casa es mía y decidí quedarme más tiempo en Konoha de lo que imaginé. Fin.

- ¡Señor Rasa! Ha sobrepasado los límites, esta mujer es alguien de temer, fuerte y ruda... usted la ha destrozado, está pasando por un ataque de nervios que hace más de diez años no tenía ¿Está feliz? Nosotros nos vamos para que pueda festejar solo -habló escupiendo todo el enojo que le producía la situación para próximamente tomar a Tsunade del brazo.

Ella muy confundida todavía, sin más remedio, le sigue el paso a Hiruzen y al estar a punto de cursar la puerta voltea.

-Pena -lo mira con odio- Pena es lo que siento yo por su bella hija, no merece como padre a un ser tan repugnante.

Y se va finalmente dejando a un confundido Rasa que se reía solo cómo psicópata y a la vez le salían algunas lágrimas de los ojos.

Maldita Tsunade...

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