Alejandro llegaba a su departamento un poco confundido. Pero feliz, había tomado una decisión definitiva. Aceptaría lo que María quisiera, a fin de cuentas era mejor tenerla a medias que no tenerla. El sabe que ella no ama a su esposo, que aunque suene feo, ahí solo hay un mero compromiso y un sacrificio de su parte. Evidentemente que María lo quiere, si no, no se hubiera quedado con el en ese proceso. Pero amor... no. Querer y amar son cosas totalmente distintas, y el estaba seguro de los sentimientos de ella.- Ayyy papá, ya veo que andas nuevamente en las nubes. Parece que Lorenza está logrando enamorar al señor Salas... - le dijo Alex sacándolo de sus pensamientos y lo hizo reír, si Alex supiera que Lorenza no es importante, no significa nada, no quiere lastimarla, pero es obvio que no hay posibilidades de amarla.
- Chamaco tonto... ¿Tú crees que ésta sonrisa la causó Lorenza? A ver, piénsale mijo, tú me conoces mejor que nadie. ¿Cuando me habías visto con ésta sonrisa? - Alex pensó y no podía creer que su padre aún siguiera insistiendo con María Inés, ya eso era demasiado. Alex adoraba a María, la veía como una madre, pero no soportaba ver a su papá sufrir, ya no más.
- Papá, por favor no me digas que sigues con lo mismo. Ojos ya fue muy clara contigo, hasta me dijiste que estabas dispuesto a intentarlo con Lorenza. Además María Inés está casada. De verdad cómo te gusta sufrir papá...
- A veeeer, cálmate. Mejor ya ni te digo nada, lo único que puedo asegurarte, es que yo seré feliz con María Inés, no sé cuando exactamente, no sé cuando libremente. Pero vamos a estar juntos. Ya es promesa hijo, es más hasta se lo prometí a Paulina, y mira que a ella no puedo dejar de cumplirle, después me juega chueco y no no. Con Paulina no se juega. Ya ves...
- Ayyy papá, cada día estás más loco. Yo creo que si, es mejor que Lorenza no se acerque más a ti, porque la vas a poner loca igual que tú.
Tanto Alejandro como María, esa noche no pudieron dormir del todo bien. Estaban pensando en todo lo que venía de ahora en adelante para los dos. Pero ambos estaban seguros, de que terminarían juntos. Algo les decía que ésta vez, sea como sea, el final sería juntos. No había de otra. Eso querían creer, a eso se estaban aferrando.
- Buenos días María... - Jerónimo la encontró en el jardín muy pensativa. Tanto que había olvidado ir al aeropuerto por Sara, por fortuna Jerónimo fue. Y ahí estaban...
- Jerónimo, perdóname. Olvidé por completo que iba al aeropuerto por Sara, Elvia me acaba de decir que fuiste tú por ella.
- Si, me imaginé. Por eso yo me adelanté y fui. No te preocupes... Pero, te notó rara mi amor, pensativa. Cómo nerviosa... ¿Pasa algo señora? - se acercó y le frotaba los brazos intentando reconfortarla, pero solo estaba logrando hacerle sentir una culpa enorme.
- No Jerónimo, todo está bien. Bueno, hay mucho trabajo, es todo. Voy a tener que viajar a Ixtapa por el contrato con los hoteles. Pensaba aprovechar y llevarme a Diego para que visite a Leonardo. Aunque, creo que es mejor posponerlo unas semanas más mientras tú estás mejor, no quisiera dejarte solo.
- ¿A Ixtapa? ¿Y si nos vamos juntos? Aunque bueno, Sara acaba de llegar y eso quería comentarte. Sara sugirió un tratamiento nuevo que están haciendo en Suiza, dice que tendría que irme por un mes y ver que resulta.
- Pues yo pensaba que mejor te quedarás para descansar. Pero a ver, me estás diciendo que tendríamos que ir a Suiza. ¿Tu crees como médico que si haya un tratamiento mejor allá? Digo, sé que Sara es doctora también, pero. ¿No es muy lejos? Mi amor, ya sabemos que no puedo irme tanto tiempo, cuando fuimos a Houston fueron tres semanas y me cargué de trabajo cuando regresé.
- Yo creo que si vale la pena intentar ese tratamiento mi vida. Además quería decirte justamente eso, Sara se ofreció a irse conmigo, a fin de cuentas vive allá. Sería un mes separados mi amor, pero creo que es necesario. - María no podía creer lo que le estaba diciendo Jerónimo, por un lado le alegraba tanto que exista un mejor tratamiento para la enfermedad de Jerónimo, pero le asustaba que en ese mes sola hiciera lo que tanto había anhelado.
- Pues, si tú lo dices, está bien. ¿Y cuando tendrías que viajar?
- Sara sugirió que mañana mismo, es muy pronto, pero creo que es lo mejor.
- ¿Tan pronto?
- Mientras más pronto mejor María Inés, así salimos de todo esto rápido. ¿No te parece?
- Si, tienes razón. Pues yo estaba pensando viajar a Ixtapa ésta semana también.
- Bueno, yo voy a ir haciendo las maletas. Le voy a decir a Elvia que vaya acomodando todo.
- Está bien... - María vió como Jerónimo entraba a la casa y sacó su teléfono, marcando ese número que siempre lograba aprenderse de memoria.
- Hola... - dijo con voz tímida.
- Ojos... Estuve contando los minutos para ésta llamada. ¿Cómo está señora? - ella sonrío, como siempre que hablaba con el. Con todos sus dientes.
- Ah bueno, disculpe que me tardé tanto en llamar señor Salas, pues yo estoy muy bien. Fíjese, quiero pedirle un inmenso favor, claro si el ocupado escritor tiene algo de tiempo. - Alejandro estaba intrigado, le gustaba ésta actitud de María, era muy desinhibida, relajada, tranquila. Y amaba ver cómo ella se atrevía.
- ¿Para usted? Para usted siempre tengo toooodo el tiempo del mundo señora Domínguez. Dígame, ¿para que soy bueno?
- Alejandro, ¿puedes viajar a Ixtapa conmigo y con Diego mañana? Nos vamos por unos días, tengo unos contratos que debo volver a renovar allá. Y bueno, así Diego pasa unos días con Leonardo, ya ves que lo quiere como a un padre, y bueno. No quiero ir sola, no he vuelto a la casa de Mónica allá. Y creo que ya es hora de sacar sus cosas y ver que hacer con el lugar. ¿Nos acompaña, señor Salas? - el estaba más que sorprendido... y ella. No podía creer que estaba invitando a Alejandro a un viaje cuando su esposo se iba a Suiza para un tratamiento contra el cáncer.