- ¿Qué quiere General?
- Pues nada, solo vine a visitar aquí a la señora Domínguez. Ya ve que somos amigos. - María se giró hacia su madre que la miró negando aquello.
- Usted y yo no somos amigos, nos hemos tomados un par de copas juntos no más. Ahsss, ¡confianzudo éste! - dijo Emilia Elena rodando los ojos.
- Hola General, ¿cómo está? Por lo que comprenderá, por lo ya sucedido es mejor que se retire. ¡Por favor! - María se dirigió al general en su tono amable que lo único que hizo fue llamar más la atención de Eladio Chacón, la señora San Millán, o la ex señora de San Millán, le resultaba sumamente atractiva y parecía que el periodista era su nueva pareja. Aquello le dio mucha curiosidad.
- Mi señora, un gusto volver a verla. - se acercó a besarle la mano. Y Alejandro lo fulminó con la mirada.
- No vuelva a tocarla, váyase General. - Eladio soltó una risa y María se sintió demasiado incómoda ante la situación.
- Caaalma, calma. Ya veo que usted es la nueva del escritor.
- Eso a usted no le interesa señor. - intervino Emilia Elena. - le suplico que se retire, por favor.
- Señora mía, no se preocupe. Ya me voy, espero verla pronto, señora Domínguez... - salió de la casa dejándolos a todos sorprendidos, nerviosos y muuuy preocupados. Aquel hombre detestaba a Alejandro, y ahora sabe que María es importante para el. Esto no estaba nada bien, pensaba Alejandro. Abrazó a María y se aferró a ella preocupado, ella le correspondió sintiendo su preocupación.
- Mamá... ¿Qué hacía ese hombre aquí? - dijo separándose un poco del abrazo.
- Ay pues mijita, cómo el otro día me trajeron hasta la casa. Vino disque a saludarme. ¿Tu crees?
- Doña Emilia, hay que evitar que ese señor vuelva a pisar la casa. No es bueno que ande merodeando por aquí, es peligroso, demasiado peligroso.
- Mi amor, ya cálmate, estás muy alterado y nervioso. ¡Tranquilo! No va a pasar nada. - le decía María intentando bajarle la preocupación a Alejandro. Aunque no estaba resultando del todo, decidió calmarse un poco para que ella no se preocupara tanto.
- Si Ojos, tienes razón, nada malo va a pasar. Yo no dejaría que nada malo te pase, mi amor. - Emilia Elena los vio con una media sonrisa mientras Alejandro abrazaba a María y besaba la comisura de sus labios, sin duda había visto durante estos días como se querían ese par, pero cada día, confirmaba más que Alejandro y María nacieron para estar juntos, a destiempo, o a tiempo, con los años de María, con las locuras de Alejandro, pero ahí estaba la venerable Doña Emilia, orgullosa de haber cambiado su opinión con respecto a la relación de su hija con el periodiquero.
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Faltaban dos semanas para la boda, y María estaba tan nerviosa como si fuera la primera vez que se casaba con alguien. Pensándolo bien, se iba a casar con el amor de su vida. Nada más que eso.
- Ojossss, amorrr, ¿en dónde estás? - la buscaba Alejandro por todo el jardín. Ella lo llamó y se acercó a él y a Alex que venían llegando.
- Aaaay, ¡hasta que te veo muchachito! ¿Cuándo regresaste de tu viaje mi vida? - le decía saludando y abrazando a Alex. Y después le dió un beso a Alejandro.
- Llegué ayer Ojos, pero muy tarde y ya no quise venir. ¿Preparada para la boda? - María sonrió, Alex era encantador, como su padre, y adoraba a ese muchacho.