María estaba tan sorprendida como hace un rato cuando Emilia Elena le sugirió que luchara por Alejandro. Por sus sentimientos hacia el.
¿Qué le estaba proponiendo Alejandro? ¿Ser amantes? El sabe la clase de mujer que es ella, los valores y principios que tiene muy arraigados. Si bien ya había pasado algo entre ellos cuando el recién llegaba de España, no era lo mismo. ¿O si? ¿Se podría decir que ella ya había engañado a Jerónimo con Alejandro?
Su mente daba vueltas y más vueltas. Lo lógico era decirle que no. Que cumplieran lo que decía la carta y ya. Que ese sea el adiós. Pero no, anhelaba volver a tenerlo, anhelaba sus besos y su mirada cuando estaban únicamente ellos dos. Lo anhelaba tanto...
- ¿Qué dices Ojos?
- Alejandro yo... no lo sé. ¿Cómo se te ocurre? ¿Qué pretendes? ¿Que seamos amantes?
- Ojos, diciéndolo así suena feo. Yo solo quiero ofrecerte mi amor, aún sin que puedas darme el tuyo completamente. Es lo último que te ofrezco María, y el tiempo dirá... El tiempo dirá cuánto tendremos que durar siendo... amantes.
- Definitivamente estás loco Alejandro, pero yo lo estoy más.
- ¿Eso es un si?
Se escuchó como alguien aclaraba su garganta haciendo notar su presencia.
- ¡Buenas noches!
- Jerónimo...
Tanto María Inés como Alejandro estaban sorprendidos. Pero no más que aquel par de ojos que habían estado observando y escuchando la conversación de su tía y el hombre que ella dice amar. No podía creer lo que eran capaces de hacer María y Alejandro por estar juntos.
- Alejandro, ¿cómo está? ¿Qué lo trae por acá?
- Doctor, ¿cómo estás? Pues nada, vine a traer a Lorenza pero ya debo irme.
- Quédese Alejandro, pase a cenar con nosotros. ¿Verdad mi amor?
Tanto María como Alejandro estaban sin palabras, estaban hablando antes de ser amantes. Y justo llega Jerónimo invitando a cenar a Alejandro. No, no era posible tanta crueldad del destino.
- Gracias Doctor, pero tengo que irme, mi hijo me está esperando para cenar.
- Bueno, está bien. Te espero adentro mi amor, tú estabas en una conversación importante con el señor Salas.
- Ya subo mi am...
Alejandro la miró dolido, le costaba verla siendo amorosa con su marido. Pero era algo que tenía que entender. Sabía que lo que le había propuesto a María ella no lo merecía, el tampoco y Jerónimo tampoco. Pero era lo que les quedaba, el ya había agotado todas las posibilidades con María, ésta es la última. Y si ella no aceptaba, lo entendería perfectamente y cumpliría ese adiós tan tajante que el dejó plasmado en esa carta.
- ¿Por qué no te quedas a cenar Alejandro?
- Ojos, no creo que sea buena idea.
- ¿Y si yo voy a cenar contigo y con Alex?
- ¿Qué? ¿Pero y Jerónimo? Te está esperando para cenar.
- Le puedo decir la verdad Alejandro, que tú y Alex me invitaron a cenar. Y ya...
- Ojos... ¿A qué estamos jugando?
- No lo sé, pero por hoy. No quiero pensar Alejandro.