Dolor.

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Lorenza nunca se imaginó aquello. Se veía realmente preocupada por María Inés, a fin de cuentas solo era una muchachita caprichosa y bastante inconsciente. Pero no tenía malos sentimientos. No le deseaba el mal a su tía. Al menos no así.

- ¡ELVIA ELVIAAAA! - llegó llamándola por todos lados. - ¿En dónde está mi abuela? ¡Elvia por Dios! ¡Es importante!

- ¡Ay niña! Está en el estudio. Pe.. pero ¿qué pasa niña Lorenza?

- Mamalena, necesito que sepas algo. Pero por favor debes tomarlo con calma. Dieguito está bien, pero el y mi tía tuvieron un accidente en Ixtapa. No sé muy bien porque le hablaron fue a Alejandro...

Mientras tanto Alejandro volaba a Ixtapa, fue el vuelo más largo de su vida, aunque realmente duró muy poco. Por su cabeza pasaban tantas cosas. Jamás se imaginó a María en una situación así, jamás pensó perderla, no así. Jamás pensó esto. ¿Y ahora? Ahora lo único que deseaba era ver esos ojos verdes y esa sonrisa que lo volvían loco. Le rogaba a Dios aún sin saber si lo escuchaba, que María estuviera bien. Que nada malo pasara, no podía pasarle nada malo. No a ella.

Poco tiempo después bajaba del taxi en el Hospital...

- Señorita, hace unas horas me llamaron, acá trajeron a María Inés Domínguez y a Diego su nieto. ¿Cómo están? - La señorita lo vió y enseguida llamó al doctor, a lo que rápidamente el doctor puso una cara de preocupado.

- Señor, menos mal llega alguien de su familia. ¿Usted es su esposo me imagino? - no lo dejó hablar a lo que Alejandro tampoco se preocupó por aclarar. Bueno, le explico, el niño Diego está perfectamente, algunas heridas superficiales en su brazo porque fue lo único que le quedó fuera. La señora María Inés al parecer iba en un taxi y cuando se dió cuenta de que ya iban a chocar por falta de frenos, lo único que hizo fue cubrir al niño con su cuerpo. La verdad fue un milagro, porque el golpe fue del lado del niño.

- Doctor, ¿y María? ¿Cómo está? ¡Por favor dígame que está bien! - el doctor se tensó inmediatamente. Tomó aire y habló.

- Bueno, señor... - Salas Salas. - le dijo Alejandro. - Salas... Como ya le dije la señora recibió la mayoría del golpe, el taxi se volcó por lo tanto la señora tuvo la fuerza para aferrarse al niño y no soltarlo ni siquiera cuando los estábamos sacando del coche. Está inconsciente aún, eso es lo que realmente nos preocupa. No ha dado señales. Se encuentra estable pero no reacciona. Le estamos haciendo los estudios necesarios, es todo lo que puedo decirle. - Alejandro no podía creer aquello. No era Justo.

- Doctor... ¿Será conveniente trasladarla a México? Ahorita mismo tenemos un helicóptero disponible. - Alejandro se había comunicado con Ignacio y por supuesto que ofreció el helicóptero para que la trasladaran. Estaba tan preocupado que tomó otro vuelo seguido de Alejandro.

- Yo le sugiero que por ahora no. Esperemos hasta mañana a ver si reacciona. Le aseguro que aquí tenemos los equipos necesarios señor Salas.

- ¡Está bien! ¿Puedo verla? - preguntó con aquella angustia que lo invadía desde que le avisaron, necesitaba verla, necesitaba rogarle que no le hiciera esto, que no se fuera así, que reaccione.

- Pasé...

Se acercó lentamente a esa cama, y lo que vió lo dejó helado. Nunca se imaginó ver a su María así. Estaba totalmente golpeada, sus brazos estaban lastimados, uno de ellos con un yeso y el otro con múltiples heridas, su cara... Esa que el tanto adoraba contemplar, estaba llena de moretones, y pequeñas raspaduras que dejarían algunas marcas por un tiempo. Estaba pálida, pero se veía tan tranquila, parecía dormida, estaba envuelta en una paz que al mismo Alejandro le abrumaba. El siempre amó verla mientras dormía, pero ésta vez; solo quería que ella abriera los ojos, era lo único que necesitaba.

Lo mejor de tu mirada, lo he conocido yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora