ɴᴏᴛ ᴀɴᴏᴛʜᴇʀ sᴏɴɢ ᴀʙᴏᴜᴛ ʟᴏᴠᴇ [thiam]

¿Liam?

A Stiles no le gustaría esto.

Pero no está pensando en él ahora.

Los labios del chico que consideró el peor dolor en su trasero durante un tiempo están presionando los suyos, mientras el olor picante de los celos sigue fluyendo de su cuerpo a raudales, y no puede simplemente dejar pasar la oportunidad.

Theo presionó sus bocas un poco más un segundo antes de separarse. Su expresión neutra no le dijo muchas cosas.

—¿Confiesas tus sentimientos por mí y luego lo abrazas a él? Realmente lo aprecio. —dijo arrastrando las palabras.

El sarcasmo cargado en ellas casi le hizo estremecer, y hubiese respondido con lo mismo si no estuviera procesando todo lo demás.

La confusión se adueñó de su expresión, podía sentir sus propias facciones cambiando hasta probablemente estar haciendo una mueca, torciendo los labios y frunciendo el ceño. Luego el enojo se abrió paso.

—¡Desapareciste! —exclama Liam, empujando su pecho. Theo retrocedió un par de pasos. —¡Durante dos días! No llamaste, no enviaste un mensaje... creí que te habías marchado, creí que Monroe te había capturado o que habías muerto, ¡estaba preocupado!

—¿Y por eso corriste a los brazos de Isaac? —se burló, cruzando los brazos. Los músculos de sus brazos se contrajeron y Liam intentó no fijarse en ellos. —Como un perro abandonado, sales corriendo con dirección a cualquier idiota que quiera alimentarte.

De pronto sus bíceps dejaron de importar.

«¿Quién se cree ese pedazo de estúpido?». Pensó Liam, frunciendo el ceño.

—Por lo menos Isaac no desaparece cada que algo pasa. —espetó, sintiendo su sangre arder.

Theo suele tener esa habilidad asombrosa para hacerle enfadar con solo un comentario.

—Desde que la cacería salvaje se fue, no haces más que desaparecer. —lo acusó, señalandolo con un dedo. —¡Y luego reapareces como si nada luego de días, e incluso semanas!

—¿Y eso qué?

—¿Eso qué? —repite, más indignado de lo que le gustaría. —Que eres un inconsciente. ¿No te das cuenta de la cantidad de personas que te quieren muerto? ¿A todos nosotros?

—Yo puedo...

—¡No, no puedes! —le interrumpe. —¡No puedes cuidarte solo! Sabes defenderte, que genial, ¿qué vas a hacer si te rodea una decena de cazadores apuntando con armas cargadas a tu maldita cabeza, eh? ¿Provocarlos con algún empleo que los haya despedido? ¿Por qué no puedes aceptar que a veces necesitas ayuda?

—Porque no la quiero. —frunce el ceño, y Liam tiene la sensación de que su rostro se oscurece.

—¿Entonces qué diablos quieres? Dímelo, Theo, porque no lo comprendo. —los latidos de su corazón comienzan a acelerarse, e intentó controlar el impulso de apretar los puños. —¿Quieres pasar toda tu vida recluido de la sociedad? ¿Quieres lamentarte por todo lo que ha pasado desde que los doctores te encontraron? ¿Quieres seguir durmiendo en los asientos de tu camioneta?

A juzgar por su postura, sabe que Theo también está perdiendo los estribos con cada segundo. Y esta conversación solo puede terminar de tres maneras.

Una: Alguno de los dos golpea al otro como en los viejos tiempos.

Dos: Theo tomará sus cosas y se irá a quién sabe dónde.

O tres: De alguna manera terminarán en la cama.

Liam cree que, tal vez, la tercera no sea muy probable a esas alturas.