Sin entender cómo, Tala Tsosie, el más joven de los cinco príncipes de Valley Wolf, se encontró siendo escudriñado por los más duros y penetrantes ojos color durazno que hubiera visto jamás. Insondables como un abismo, ellos también tenían un deje de brillo del sol, que lo hacían sentir... confundido. Cualquiera diría que teniendo como hermanos a un par de Alfas terroríficos debía de saber sobre ferocidad y dominación; sin embargo, no alcanzaba a describir lo que estos ojos le transmitían. Como si el infierno ardiera en su interior, lo quemaban más allá de la piel, tan profundo que le pareció incomprensible.
Un gemido involuntario escapó de él. Aquellos ojos lo miraron con sorpresa. Un segundo después, se tragaron todo atisbo de luz hasta oscurecerse por completo y convertirse en un par de pozos desde los cuales se asomó un majestuoso lobo pardo. Beta, incluso si el animal no estaba haciendo ningún intento por salir e imponerse, Tala reconoció su rango. También comprendió por qué había corrido desde el otro lado del pueblo, como perseguido por el demonio, tan pronto como percibió el casi intoxicante aroma llenando cada rincón.
Este hombre era su compañero.
Mirándolo bien, tuvo que admitir un par de cosas: era atractivo como los ángeles y sería un dolor de cabeza de proporciones globales. No había que ser un genio para descifrarlo, ya que lo tenía escrito en su rostro de chico malo, que al mismo tiempo parecía el de alguna escultura griega.
Sí, bueno... Estaba perdido.
—Quiere que te presentes —le susurró su lobo, en tono suave como de costumbre. Tala comenzó a extender la mano hacia el hombre, su lobo lo detuvo: —No así. Te quiere de rodillas. Ahora.
Desorientado, Tala obedeció. ¿Tal vez fuera algún tipo de hombre retorcido, amante de los látigos y el cuero? Si bien no experimentó antes, tuvo acceso a un infierno espantoso de información en Internet y con Lonan. Su hermano mayor no tenía reparos al momento de relatar sus aventuras sexuales.
Verlo de rodillas pareció complacer al hombre frente a él. Por el modo en que comenzó a contemplarlo, supo que se encontraba cerca de su límite. Eso lo asustó.
—Manos en la espalda y separa las piernas. Muéstrale la garganta, ofrece tu sumisión —indicó su lobo.
—No haré algo como eso —respondió en su interior.
Sin importar cuán buenos amigos fueran ni lo mucho que se necesitasen, no se exhibiría delante de sus hermanos y los desconocidos que los acompañaban, quienes mostraban casi demasiado interés en sus acciones.
—Es lo que desea —replicó su medio animal—. Es lo que nuestro compañero exige.
Cediendo nuevamente, Tala movió las manos hacia su espalda para poder sostenerse y separó las rodillas hacia el hombre, quien asintió complacido en el momento en el que inclinó la cabeza hacia un lado y le ofreció el cuello.
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El lobo que acechaba a la luna | Manada de Valley Wolf #2
Romance¿Qué tanto nos puede cambiar el dolor? Como un simple lobo de manada y, por lo tanto, el más débil de los cinco príncipes de Valley Wolf, Tala Tsosie ha permanecido bajo la sombra de sus hermanos, en especial de «Las Bestias Gemelas», quienes nunca...