Capítulo 25

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Tennessee supo el momento preciso en el que los acontecimientos se saldrían de control. Le hubiera gustado que Adam dejara de sonreírles con burla y se involucrase, ya que solo así podría culparlo y salvar a su compañero del mal que él mismo se acarrearía. Por desgracia no sucedió. En cambio, fue su padre quien dio un paso al frente y... lo abofeteó. El sonido retumbó aun en medio del bullicio que los rodeaba, y el rostro de Tala se giró hacia un lado debido a la fuerza del golpe.

—¡Cálmate, lobo! —espetó—. Ahora.

Tala, lejos de tranquilizarse, enfureció aún más. Tennessee, quien no podía verlo al rostro, lo supo por la forma en la que sus gruñidos se volvieron los ladridos de advertencia que evocaban al Sabueso infernal, así como los alaridos de su gato a los de una Gorgona.

Sin importar cuánto hubiera querido detenerlo, no le fue posible. El muchacho logró salir de sus brazos y se lanzó contra Jacob, quien logró esquivar el primer ataque de sus garras.

—¡Retrocede! ¡Es una orden!

—¡Cállate!

—¡Sométete a tu Alfa, lobo!

—¡No eres mi Alfa!

Sus garras le laceraron el rostro, haciéndolo sangrar. Otras le alcanzaron el abdomen y algunas los brazos. Entonces, los ojos de Jacob se oscurecieron dos tonos, a medida que sus vellos se engrosaban. Cuando Tennessee vio los colmillos crecerle en la boca, supo que atacaría a su compañero sin misericordia.

—¡No te atrevas! —exclamó—. ¡Nicole, a la derecha! ¡Rose, izquierda! —Ambas se movieron a su orden—. ¡Vanessa, ya sabes qué hacer!

Al verse rodeado, Tala trató de atacar a la que consideró más débil. Nicole resopló una risa, pateándolo hacia los brazos de Rose, quien lo golpeó en el estómago dejándolo sin aire. Mientras se recuperaba, su melliza, Vanessa, lo rodeó con una soga y trató de dominarlo. Cuando Tala forcejeó para liberarse, Tennessee lo sometió bajo su peso.

Le pareció que transcurrieron horas, ante las vistas llenas de espanto de su manada; pero sobre todo la furiosa de su padre. Ni siquiera se molestó en fijarse en Adam.

Tala gruñó y gritó maldiciones, así como amenazas en contra de Jacob, quien le respondió con un ladrido de advertencia. Sin embargo, después de media hora, finalmente cedió.

Cuando el muchacho levantó la cabeza y sus ojos aterrorizados se encontraron con los de Tennessee, comprendió lo mucho que había batallado en su interior para volver a tomar posesión de su cuerpo. A pesar de haber escuchado cosas —la mayoría sobre el Asesino de Crimson Lake, así como de algunos cambiaformas mestizos o no— y haber visto de lo que el gato de su compañero era capaz, nunca imaginó que su dominio alcanzara semejante magnitud.

Recordó que en algún momento, al percatarse de la verdadera naturaleza de Tala, creyó tontamente que jamás podría defenderse por sí mismo. Ahora temía tanto por su seguridad como por la de quienes los rodeaban. De convertirse en una amenaza, ¿qué podría hacer? ¿Qué sería obligado a hacer?

El lobo que acechaba a la luna | Manada de Valley Wolf #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora