Capítulo 57

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Los refuerzos llegaron la noche siguiente, justo cuando regresaban de sepultar a sus muertos. Tanto el lobo como Tennessee se inquietaron ante las imponentes presencias en el interior de los vehículos. A pesar de reconocer los olores de al menos dos de ellos, ahora que se encontraban furiosos, le pareció que su fuerza había incrementado de una manera incalculable.

Sin embargo, no era todo. Con ellos venía alguien que los superaba en poder y maldad. Su presencia se percibía en el aire, ondulando y crujiendo como la electricidad que penetraba sus poros. Aquella entidad, cuyo olor penetrante a sangre y fuego logró marearlo, parecía haber surgido del mismísimo infierno.

Desconcertado, Tennessee miró a Cedric, quien sonreía con los brazos cruzados sobre el pecho. Su calma no logró tranquilizarlo, sino todo lo contrario, aumentó su inquietud. ¿Qué clase de bestias de poder ilimitado habitaban en Crimson Lake? ¿Quiénes eran realmente estas personas?

Las puertas de la primera camioneta se abrieron. Rhys fue el primero en descender, sus ojos carmesíes oscurecidos parecían destellar en la noche. A pesar de todo, no fue él quien captó toda su atención, sino el pelirrojo de mirada de ébano que lo siguió, junto a Ezra. Era idéntico a este en cada detalle, excepto quizás por la espesa barba y la dureza de su rostro.

Daba la impresión de haber descendido al infierno, luchado contra el demonio y emergido sin alma. Honestamente, era intimidante.

Del segundo vehículo bajaron el resto de los Asesinos, tanto hombres como mujeres, todos igual de formidables. Lo que más le sorprendió fue que entre el grupo había dos Omegas. No se atrevió a juzgarlos, su propio compañero le había enseñado una valiosa lección al respecto.

Cuando el último de los integrantes descendió, el cuerpo de Tennessee comenzó a vibrar. De repente, se sintió asfixiado ante aquella abrumadora presencia. Sus instintos lo llevaban en todas las direcciones, considerando qué debía hacer al respecto.

El hombre, si es que se le podía llamar así, era hermoso en aspecto. Lucía inocente, etéreo como un ángel. Su piel pálida parecía hecha de porcelana, con un leve rubor en las mejillas, y una larga cabellera oscura que lo cubría como un manto. Le pareció precioso. Aun así, era el dueño de una mirada inquietante, burlona y llena de maldad, roja como la sangre, con delgadas pupilas reptilianas.

La lengua salió de su boca para humedecerle los labios, lento, casi muy lento... Bífida. Cuando sus labios se curvaron en una media sonrisa, le pareció que en realidad había estado saboreando la muerte y el dolor que llenaban el aire.

—¿Qué tenemos? —preguntó Rhys, acercándose a su primo—. No pude esperar a que Rain me pusiera al tanto.

Cedric suspiró con derrota. El dolor en su mirada podría competir fácilmente con el que Tennessee llevaba dentro.

El lobo que acechaba a la luna | Manada de Valley Wolf #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora