La decepción en los ojos de Tala fue demasiado para el corazón de Tennessee. En cualquier otra circunstancia, no le hubiera importado ni un poco. Aunque como príncipe y Beta de los Pardos del Sur no poseía la mejor de las reputaciones, siempre lo había utilizado a su favor. Desde su perspectiva, el temor era mejor que el respeto y, para su fortuna, gozó de ambas cosas. Hasta ese momento.
Tan triste como avergonzado, incluso si lo que sucedía no era su culpa, se dirigió hacia su compañero al cual tomó del brazo y arrastró fuera de la oficina. Tala Tsosie no se resistió ni por un segundo, cosa que inquietó aún más a Tennessee. No lo conocía lo suficiente para hacer afirmaciones; sin embargo, estaba seguro de que el muchacho era de los que tendían a escapar.
Cuando estuvieron solos en la habitación, luego de haber cerrado la puerta, Tala se quedó con la espalda pegada a la madera, tan quieto que apenas parecía respirar. El olor salado de sus lagrimas no pasó desapercibido para Tennessee, quien lo estrechó entre sus brazos. Él se derrumbó al instante.
—Está bien, cielo —susurró con los labios sobre su cabeza—. Déjalo salir.
—To-todo es mentira —sollozó—. Mi... mi vida es una mentira.
—Eso no es verdad.
Por primera vez, Tala lo empujó para enfrentarlo con los ojos llenos de determinación. Y quizás un poco de odio. Aunque Tennessee comprendió de inmediato que su afirmación estuvo fuera de lugar, no se atrevió a abrir la boca de nuevo. Este era el momento de Tala, merecía ser escuchado. Cosa que hizo.
—Todos me mintieron —espetó a través de los dientes apretados—. A-ahora no sé... Y si yo... —Se abrazó a sí mismo, tratando de consolarse—. ¿Quién soy?
—Eres tú.
—¿Y... qué tiene de especial? Denahi y Adahy son Alfas, Tyee es un Omega superespecial y a todo el mundo le gusta Lonan. Pero yo... no soy nadie, no soy nada. No soy... —La voz se le quebró—. Por eso no me quieren, ¿verdad? La manada y padre y mis hermanos y...
Un lamento interrumpió sus palabras. Tennessee se atrevió a acercársele para sostenerlo. Cuando lo estrechó contra su pecho nuevamente, Tala lloró a gritos. Fue tan desgarrador que sintió cómo su propia alma se destrozaba, y escuchó al lobo llorar en su interior.
Era demasiado dolor para alguien tan joven. Por un segundo, se recordó a sí mismo durante los dos días más oscuros de su existencia. Entonces él había llorado igual.
Sosteniéndolo con gentileza por la barbilla, lo hizo alzar el rostro. En cuanto sus ojos se encontraron, le sonrió.
—Estoy seguro de que ellos te aman, incluso Denahi, aunque no te recuerde.
—Pe-pero...
—Y también de que a nadie le importa lo que seas. En todo caso, si alguien tiene un problema con eso, puede venir a decírmelo. Veremos cómo le va.
ESTÁS LEYENDO
El lobo que acechaba a la luna | Manada de Valley Wolf #2
Romance¿Qué tanto nos puede cambiar el dolor? Como un simple lobo de manada y, por lo tanto, el más débil de los cinco príncipes de Valley Wolf, Tala Tsosie ha permanecido bajo la sombra de sus hermanos, en especial de «Las Bestias Gemelas», quienes nunca...