Prefacio

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Los intensos ojos color durazno se encontraban sobre él contemplándolo como si fuera una aparición. La suave brisa nocturna sopló, agitando los árboles y el cabello ligeramente más largo del hombre que había amado tanto como para volver desde las profundidades del abismo.

Por desgracia, él no parecía haberlo estado esperando. A pesar de ello, Tala Tsosie respiró profundo, llenándose con su aroma. Siempre hubo algo reconfortante en la vainilla negra, que lo hacía sentir seguro y en paz. Ahora, no obstante, le causaba emociones contradictorias. Por un lado, anhelaba correr hacia él, hundir la nariz en su cuello y respirar su esencia hasta quedarse dormido; por otro lado, sentía un deseo abrumador... de matar.

La Luna de Cazador se alzaba majestuosamente en el cielo, bañaba Dark Valley con su luz rojiza y parecía sumergirlo en un mar de sangre. En cierto sentido, así era: las manos de los Pardos del Sur estaban manchadas no solo con la sangre de sus propios reyes y una princesa, sino también con la de Tala y los mestizos de Changeling's Lair.

El hombre a su lado emitió un resoplido desdeñoso. Al alzar la vista para mirarlo, se encontró con aquellos ojos desiguales, fijos en Joseph Nez. La intensidad de su mirada... Ahora que conocía la terrible verdad, su corazón se llenó de compasión por ambos.

Unidos por la desgracia y el dolor, ambos hombres eran corazones rotos que no parecían tener ninguna esperanza de sanar.

—Llama si me necesitas —refunfuñó, sin apartar la vista del par de hombres ante él—. No soporto estar aquí. Demasiados perros.

Sin esperar una respuesta, reprimió un rugido de tigre y le dio la espalda. Sus pasos firmes se alejaron rápidamente. Mientras lo hacía, Tala pudo escuchar los jadeos de los miembros de la manada. No necesitó adivinar por qué. Sin duda, Zahn les habría mostrado el rostro del diablo al alejarse.

Tras soltar una risa burlona, dirigió la atención a su compañero. Con la mirada fija en la mano que lo sujetaba por la cintura, casi con demasiada fuerza, sonrió arrogante, mostrando sus afilados colmillos de gato.

Recordaba, no mucho tiempo atrás, haber emitido una advertencia. La cumpliría esa misma noche.

—Hola, Kanati —habló dando un paso al frente—. Te lo dije, ¿no? Que si tocabas a mi compañero..., iba a matarte. —El hombre tragó con aspereza; Tala ensanchó su sonrisa—. Corre.

¡Hola! Si eres nuevo por aquí

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¡Hola! Si eres nuevo por aquí. Todo bien. Pero si ya habías leído el prefacio, pues... ¿Qué puedo decir? La trama quiere lo que quiere y me pareció que esto iba mejor con el rumbo que la historia está tomando, pese a mis esquemas y todo eso. Te quieroooo. 😘 

El lobo que acechaba a la luna | Manada de Valley Wolf #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora