Capítulo 1

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Respiraba con tranquilidad y paz, ansiaba aspirar ese olor a tierra después de la lluvia enviada por los dioses para ofrendarnos con un buen mejor paraje para el Ritual de la Danza. Era el acontecimiento que tanto deseaba vivir y sin duda, después de haber cumplido hacía dos días la mayoría de edad para cualquier habitante del bosque, ya estaba lista para poder ofrendar a los dioses bailando la Danza de la Luz.

Esa danza tan mística y tan emocionante producía la luz que enviábamos a los dioses para que ellos siguieran cuidando de nosotros. Aún recordaba en el momento que me escapé cuando era tan sólo una niña y pude ver de cerca escondida entre los grandes troncos, como todos los jóvenes y gente mayor del pueblo bailaban y reían al son de las flautas de pana y de los tambores. Fue un espectáculo mágico que me encandiló e hizo que cada año quisiera escaparme para verlo hasta que una vez me pillaron y fui devuelta a la madriguera con los adolescentes encargados de cuidarnos. Me reí al recordar ese momento con diversión mientras admiraba cómo empezaban a preparar todo lo necesario para decorar la Media Luna, ese lugar donde se hacían las asambleas y donde votábamos cualquier cosa importante. Era un lugar de reunión que también albergaba en su parte inferior, el tradicional y antiguo ritual.

Con una sonrisa admiré a todas las personas que cargaban con grandes cestos la comida que se utilizaría en el banquete y a los niños que correteaban con la cara manchada de barro después de haber estado jugando. También me daba pena abandonar aquella faceta en la que tan solo debías divertirte y pasártelo bien con tus amigos, ahora todo era diferente ya que empezaría a trabajar con la instrucción de las nuevas generaciones de guardianes en el combate con el arco. Ahora era una guardiana del bosque quién defendería la aldea si esta es atacada por cualquier invasor sombrío pero por ahora, me habían asignado ser una de las instructoras de los niños que querían aprender a defenderse. Así que con toda la alegría que podía albergar en mi cuerpo, me dirigí hacia el campo de entrenamiento. 

Estaba claro que habían más instructores más experimentados que yo con la trata de niños y que podrían haberme aconsejado en cómo mantenerlos a raya, en vez de eso prefirieron verme desde lo alto de los árboles y reírse de mi poca presencia autoritaria. Eso, no iba a hacerme tirar la toalla y más cuando ninguno se prestaría a ofrecer su ayuda. Yo me valía por mi misma y sabría defender mi honor ante cualquier comentario ofensivo hacia mi persona.

–¡¡¡Xylia!!! ¡¡¡Parece que te están tomando el pelo!!! 

Miré hacia arriba para ver quién era el idiota que había soltado aquel comentario. Me lo tuve que haber imaginado antes, era Neith, uno de los hijos de la mejor amiga de mi madre. Era por tres años más mayor que yo y siempre habíamos tenido una relación tensa. Él se jactaba de sus proezas cuando salían a acabar con cualquier misión de socorro de otras aldeas, era su orgullo lo que me hacía odiarle, más cuando se pasaba de listo conmigo. 

–Si tan bueno te crees, ¡¡¡demuéstramelo!!! 

Si, esa fue mi contestación mientras que muchos de los guardianes que estaban presentes, jadearon al escuchar como retaba al que podría ser mi archienemigo. 

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