Ese ser se alzaba imponentemente detrás de mí y yo tan solo dejé que las lágrimas corrieran sin freno. Me tomó por los hombros con una fuerza inmensa donde sus poderosos dedos con esas largas uñas se clavaron en mi piel con tanta profundidad que tuve que reprimir un gruñido. Me puso de pie haciéndome girar hacia donde vi el peor horror nunca antes contemplado, mi familia, mi vida entera, todos amordazados con cuerdas y llenos de heridas. Sus ojos apenados llenos de lágrimas hicieron que me derrumbara, que aquella coraza que siempre mantenía intacta, empezara a derrumbarse por un solo golpe potente y contundente. Mi mirada pasó por la de mis padres, sollozantes, la de mi hermano, totalmente inconsciente como si acabara de recibir el golpe en la cabeza que producía aquel hilo de sangre que descendía por su cara hasta manchar la túnica blanca que vestía; y por último, la de mi hermana, a quién no le habían tapado a boca y tan solo le habían atado las manos, no se veía ninguna herida a simple vista pero toda su cara se podía describir en una simple palabra, el terror en persona. Sus ojos suplicantes y rojos por la cantidad de lágrimas derramadas, hacía que su rostro se viese demacrado. Mi pequeña Ariel, nunca olvidaría aquello y tomaría venganza por el recuerdo traumático que se almacenaría en su mente, en la mente de una niña alegre.
Pero una leve punzada de dolor empezó a hacerme gruñir más de lo que había hecho antes. Esas uñas totalmente clavadas en mi piel dejarían marcas pero lo peor de todo no era eso, si no lo que podía causar ese ser que se había ceñido con mi familia.
–Nada tiene que salir mal Xylia –era ese ser de nuevo, tragué nerviosa ante el impacto de hedor contra mi nuca – Si respondes ante mi nada malo les ocurrirá pero si no lo haces, te aseguro que tanto tú como ellos viviréis un infierno.
Me quedé paralizada, ¿qué quería ese monstruo de mí? Yo no era nadie especial, tan solo era una chica que estaba empezando a perder los nervios por tener que ver a toda su familia en esa situación tan deplorable.
–Oh Señor de las Almas Perdidas, ¿porqué ha acechado nuestro poblado y a la familia Sylvam con esa brutalidad en un día tan especial?
La Sabia Anciana acababa de nombrarlo como el Señor de las Almas Perdidas, nada de eso podía ser cierto. El maldito ser que estaba clavando sus uñas con fuerza, era nada más ni nada menos que el personaje de las leyendas más remotas y tenebrosas que se contaban en casa de la Sabia Anciana. Ella debía de conocerlo tan bien como la palma de su mano, aún me acordaba de todas esas noches en las que no pude dormir pensando que vendría a por nosotros en mitad de la noche. Mi niña interior debía de estar aterrada por saber que ese ser había aparecido de verdad pero lo peor era que mi yo adulta también lo estaba.
Ese ser mítico chasqueó con la lengua y me soltó dejándome caer a más de un palmo del suelo. Mis piernas se tambalearon pero no caí pero me sentía tan débil que no pude enfrentarme a ese monstruo y mi mirada acabó centrándose en los ojos de mi hermana. Necesitaba calmarla y hacerla sentir que todo iría bien pero cómo iba a poder hacerlo si yo misma sabía que nada iba a estar bien.
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La Leyenda Áurea
FantasyEsa noche, Xylia nunca olvidaría esa noche, en la que los habitantes del bosque salieron a celebrar sus rituales sagrados hacia los dioses con sus danzas tradicionales pero todo colapsó con la llegada de ese monstruo que la reclamó a ella ¿ y qué oc...