Xylia
Por fin ya no reinaba la oscuridad en el Subsuelo, ahora una fría masa grisácea blanca se situaba en el cielo que dejaba pasar la luz de las Tres Lunas. Era como si fuera alguna señal de esperanza por parte de las Tres Lunas, quiénes prometían que todo iría bien pero la verdad era que incluso en el ambiente se respiraba la tensión y la inestabilidad del reino. La situación debía de ser critica ya que por los rumores que pude escuchar de las sirvientas y de las cocineras cuando me decanté acompañar a Floreen a ayudarla a cargar con toda la ropa que había que lavar, y llevarlas a la parte de los trabajadores del castillo, pude escuchar un sinfín de cosas. Probablemente acallaron las partes en las que se me mencionaba ya que todos y absolutamente todos los sirvientes, me miraron con desgana y seguidamente continuaron con su trabajo. Todos esos rumores estaban acompañados con la inmediata e inesperada salida de casi todos los formantes de la Corte. Si que era cierto que Ilyra era la única que se había quedado en el palacio ya que pude disfrutar de su compañía dos tardes en las que me acompañó a dar un paseo por los jardines del palacio, ahora completamente cubiertos de nieve que daban una imagen invernal preciosa.
Aún así, y aunque fuese petición de Azael, el incidente del grupo de cuerpos en el patio de armas se propagó en el interior del castillo, y eso que tan solo escuché algún que otro murmullo sin escuchar muy atentamente. En cualquier caso, sabía todo lo que estaba trabajando Azael y aunque no nos hubiésemos podido ver aún desde aquel día del incidente, sabía que me observaba porque el aura cambiaba y a mi alrededor sentía como las sombras me abrazaban. Y eso, de un forma u otra, me hacía sentir bien y no es que la compañía que tenía en esos momentos, no es que fuera la peor pero presencia su aura, me calmaba. Fueron dos soldados muy profesionales los que me seguían a todas partes o que cuando estaba dentro de la habitación, vigilaban la puerta. No negué de su presencia porque sabía lo preocupado que estaba Azael con el tema del incidente y tampoco era que lo quisiera molestar. Ahora no era el momento de molestarlo, sino de apoyarlo en cualquier decisión que tomase.
Aunque si que echaba en falta a Keegan, quién había desaparecido y de quién no tuve ninguna noticia sobre su partida. Al menos de Draven, gracias a la información revelada por parte de Ilyra, estaba en las campañas bélicas montadas en la frontera del Subsuelo. no tenía ni idea de la localización de cada lugar, eso a lo mejor cambiaría ya que cuando Azael estuviese menos ocupado, le pediría un mapa o que me detallase cada parte y ciudad del reino. Sin embargo, Nieve cumplía bien su papel de protegerme y cuidarme, ya que cuando salíamos al exterior adoptaba su forma majestuosa como si supiese que la situación era peligrosa y que debía de mantenerse en alerta. Yo también tomé medidas y más después de haber sido atacada y no haber ni podido defenderme, por eso decidí llevar siempre conmigo una daga, una daga prestada por Tyron, uno de los soldados que me acompañaba, después de haberle rogado que me prestara una por pura protección. También había decidido retomar mis entrenamientos, no tan toscos como los que me proporcionaron Malentha y Senka pero si para no perder la fuerza, agilidad y la condición física. Por tanto, después de comer, decidí escribirle una carta a Azael ya que si no podíamos vernos por temas de tiempo, si que recibiría mi carta y lo más probable es que la leyera. Así es como le pedí a Floreen que me trajera una hoja y una pluma, y después de comer y que Floreen se encargase de todo empecé a redactarla:
ESTÁS LEYENDO
La Leyenda Áurea
FantasyEsa noche, Xylia nunca olvidaría esa noche, en la que los habitantes del bosque salieron a celebrar sus rituales sagrados hacia los dioses con sus danzas tradicionales pero todo colapsó con la llegada de ese monstruo que la reclamó a ella ¿ y qué oc...