Xylia
Algo había cambiado. El ambiente estaba tenso pero algo debía de celebrarse ese día o dentro de poco. La gente sonreía, esos sirvientes inexpresivos y esos soldados profesionales, habían adoptado una actitud mucho más relajada y más alegre. Todos y cada uno de ellos, parecían estar ¿felices? No encontraba la palabra perfecta para describir aquel cambio pero lo que si que era certero, era que ese ambiente me gustaba mucho más que el otro más amargado.
Sin embargo, no tenía ni idea de lo que podía estar sucediendo porque si no debía haber calculado mal, el Solsticio de Invierno debía de ser por estas fechas y aún así, me sentía intrigada y llena de misterio. Tras el juicio, hace menos de un día, y sobre todo, después de ese beso y esas reconfortantes palabras por parte de Azael, estaba llena de emoción, por la sorpresa y por su presencia. Me gustaba. Él. No por su atractivo, que también ayudaba ni por su voz ni por sus acciones, sino por ese ser noble que se escondía detrás de esa fortaleza real. Ese paseo por la ciudadela me ayudó a confirmar lo que sentía y tras haber estado sumida en una constante tempestad, desde aquel fortuito beso en el gran balcón de su habitación, llegó la calma y mis sentimientos por fin se seneraron. Era el rey de un gran reino, inédito y desconocido para mi pero que me encantaría descubrir. Aunque también me gustaría volver a mi hogar y hacérles saber a todos que estaba bien.
Aún así, la emoción por saber lo que había preparado me había dejado sin dormir y sobre todo, esos nervios que se acumulaban en mi estómago. En cualquier caso, cuando fui llamada para ir a la Sala del Trono, tuve que reprimir todas aquellas sensaciones. No debía de ser Azael, ya que él mismo se hubiese presentado en mi habitación así que simplemente, accedí a mostrarme. Detrás de mí, los dos guardias que me fueran asignados, caminaban con calma. Y una vez llegamos a esas familiares puertas, se abrieron de forma majestuosa dejándome ver que en el centro de esa sala de valor incalculable, se situaba el líder del batallón de las sombras.
Al instante, tras escuchar el ruidos de las puertas abrirse, ese apuesto soldado se giró dándome la atención necesaria para verlo sonreír.
—Xylia, me alegro de verte —fue lo único que dijo, antes de empezar a caminar hacia donde yo me encontraba.
Aún así yo también empecé a caminar en su dirección, no oprimiendo en absoluto mi sonrisa. Ese charlatán y travieso soldado, tenía ganado todo mi afecto, ya que fue él quién me otorgó esos recuerdos divertidos dentro del castillo.
Finalmente, nos abrazamos llegando a apoyarse mi cabeza en su pecho. Era reconfortante volver a sentir su presencia, cargada de diversión.
—No me puedo creer que me hayas llamado para esto, Keegan. —dije arrogancia.
Él me miró incrédulo.
—¿Con que la Señorita Sylvam no tenía ganas de verme, eh? Pues deberías darme las gracias de que haya venido, hoy es el Solsticio de Invierno, no podía faltar a una fecha como esta.
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La Leyenda Áurea
FantasyEsa noche, Xylia nunca olvidaría esa noche, en la que los habitantes del bosque salieron a celebrar sus rituales sagrados hacia los dioses con sus danzas tradicionales pero todo colapsó con la llegada de ese monstruo que la reclamó a ella ¿ y qué oc...