–Xylia, estás...
–Preciosa ¿verdad? –corté a Shandor con una sonrisa tímida aunque él sabía perfectamente mis dobles intenciones.
Ojalá hubiera tenido a algún dibujante cerca para que hubiera plasmado los rostros pétreos tanto de Neith como de Shandor. Me reí desconsoladamente sin temer porque se me estropeara el maquillaje o cualquier cosa que llevara. No estaba hecha para estas cosas peor cuando me vestía de esa forma, podía llegar a impactar muy fuertemente.
–Nunca creí que una mujer tan guapa se escondiera debajo de esa inquieta y traviesa mujer.
Rodeé los ojos al escuchar los comentarios de Neith, sin duda era todo un experto en mujeres aunque la verdad,no me importó que comentara aquello porque me hizo reírme más sobre que hubieran apreciado hoy mi belleza y no antes.
–¿De verdad creíste que no era guapa? –dije en un tono bastante ofensivo aunque entristecido.
Quería verlos disculparse por no haberme encontrado bella durante todos estos tiempos en los que luchábamos cuerpo a cuerpo en el barro o debajo de la lluvia porque estoy segura de que en ese momento estaría más guapa que en este aunque este es difícil de superar.
–Xylia –la advertencia de Shandor fue más un mero recuerdo de que aún estábamos cerca del Hogar del Conocimiento.
Era mejor no ponerse a argumentar en ese lugar ya que si llegara a acabar en discusión, sería un problema bastante grande.
– ¿Qué? Seguro que habéis venido a verme –dije yo con un tono triunfal mientras que la sonrisa de Neith empezó a formarse en su rostro de forma maliciosa.
–Ya quisieras, hemos venido a informar a la Sabia Anciana sobre el rastreo.
Me crucé de brazos enfurecida. Tan solo existíamos él y yo, nadie más. Era una lucha constante y que probablemente no acabaría nunca.
–Pues entonces, ¿a qué estáis esperando? Ah sí, es que os habéis quedado embobados al viéndome –dije yo con sarcasmo y con divertimento.
Shandor exhaló un suspiro, cansado de la situación que estaba viviendo. Pero Neith fue listo y con un rápido movimiento se colocó a mi lado, mientras que él miraba en la dirección opuesta a la que yo. Aún así, pude escuchar ese comentario tan sutil y tan susurrado que supe que tan solo yo debía escucharlo.
–Aún no me has visto vestido Xylia pero cuando lo hagas, la baba te caerá al igual que todas, así que no jueges con esto.
Reí profundamente en una leve carcajada. ¿Quién se creía que era para poder decirme aquello? No era un dios ni un ser caído del cielo, así que no iba a engatusarme tan fácilmente.
–¿De verdad quieres que juguemos? Porque esto es solo el comienzo y no creo que puedas soportar mis encantos.
Ahora fue él el que profirió una sonrisa pícara.
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La Leyenda Áurea
FantasyEsa noche, Xylia nunca olvidaría esa noche, en la que los habitantes del bosque salieron a celebrar sus rituales sagrados hacia los dioses con sus danzas tradicionales pero todo colapsó con la llegada de ese monstruo que la reclamó a ella ¿ y qué oc...