Capítulo 19

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El primer día de entrenamiento fue duro, muy duro. Las doscientas flexiones, sentadillas y abdominales fueron el principio de un largo circuito que parecía interminable. Hicieron que repitiera ese recorrido de fuerza y resistencia unas seis veces en las que tenía que trepar, saltar, arrastrarme y combatir con la espada. Había sido bastante cansado y mis músculos parecieron romperse pero tanto Senka como Malentha me aconsejaron darme un baño de agua fría para relajar los músculos y eso mismo hice cada día, llevaba ya una semana entrenando con ellas y sin duda, pude comprobar que eran unas guerreras innatas que a cada día que pasaba aumentaban la complejidad, de doscientos, a trescientos y así sucesivamente hasta que me tocó  hacer unas ochocientas.Mi cuerpo sí que se quejaba pero al haber tenido ya algo de experiencia con el entreno, no se me hizo muy difícil. 

Senka, a quién la conocí en el primer día de entreno, me pareció una mujer ruda con las cosas muy claras, era una líder que había nacido para dirigir batallones. Y Malentha, a parte de nuestro  primer encuentro el cual había sido un poco incómodo, pude contradecir mis pensamientos sobre ella. Era muy buena persona que siempre estaba atenta a mis condiciones y a mi estado físico por si tenía que bajar el rendimiento o no. Realmente esas mujeres eran amables conmigo. 

Las dos tenían físicos que todos los humanos hubiésemos deseado. Eran altas, mucho más que yo y sus cuerpos tonificados mostraban las horas de practica y entrenamiento. Simplemente eran de admirar.

Sobre mi vida en ese castillo, no había mucho que decir y más cuando no había salido de él en todo el tiempo que llevaba allí. Tan solo conocía una parte de su interior y la sala de entrenamiento tanto en interior como en exterior pero no era algo de lo que me quejara la verdad, y más cuando no había visto en varios días al bastardo del rey. Eso me había aliviado bastante y simplemente me había hecho olvidar esa sensación de ser una esclava porque me divertía entrenando aunque llorara a veces por la no poder ser incapaz de continuar con el entreno por falta de fuerza. Aún así, ellas me motivaban y me hacían sentir que podía conseguirlo, me enseñaron nuevas técnica sen el dominio de la espada y técnicas para ahorrar energía en un combate.  Agradecía sus consejos y sus ayudas pero también agradecía el poder mantener mi cuerpo en reposo.

En esos momentos, me encontraba en la tina llena de agua fría a la que me había acostumbrado ya que mi cuerpo se calentaba a tales grados durante el entrenamiento que cuando me bañaba no sentía ese cambio de temperatura. Mi cuerpo estaba relajado y aunque notara el cansancio muscular, sabía que dentro de unos días, tendría un descanso. Rezaba para que llegara ese día y poder dormir todo el día, ya que me despertaban en la madrugada y acabábamos depende de cuanto me costase a mi terminar el circuito. Esta vez, había sido rápida y había terminado por la tarde, ya que a veces los parones para comer se demoraban bastante por las conversaciones que mantenían Senka y Malentha. Por lo demás, era habitual terminar a esas horas y simplemente tenía que esperar a que fuera hora de cenar para que me trajeran la cena a mi habitación y poder cenar tranquilamente peronista vez, no fue así.

Me encontraba en el cuarto de baño de mi habitación, cuando escuché que alguien entraba dentro de la habitación. No pude ver quién era ni como tampoco pude levantarme de la tina ya que estaba bañándome. Me removí nerviosa y me escabullí más para que solo mi cabeza se quedara fuera del agua pero cuando escuché esa voz, me tranquilicé al instante.

–Señorita, soy yo, Floreen.

–Menos mal que se trataba de ti –acabé diciendo mientras escuchaba cómo se acercaba hasta el baño.

–He venido a traerle las ropas que debe usar para la cena de esta noche.

Fruncí el ceño y me giré hacia ella.

–¿De qué cena estás hablando? –pregunté yo estupefacta.

Pero ella en cambio, sonrió. Floreen parecía joven, casi una niña aunque era más alto que yo, no por mucho más que tenía la tez de color azul oscuro, sus ojos de color miel y su cabello de color castaño oscuro. Ella, sin embargo, no poseía colmillos ni cuernos aparentemente.

La Leyenda ÁureaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora