En un principio pensé que tan solo me mordería una vez pero había sido muy ilusa, cuando sacó sus colmillos de mi cuello. Tuve miedo, al verlo sonreír con los labios manchados de mi sangre, al igual que sus colmillos. Estaba horrorizada por esa demente imágen en la que él tan solo se veía divertido. Entonces, más mordidas vinieron y aunque tuve que callar mis gritos durante más de una hora eterna, en la que mis brazos, ambos lados de los cuellos y hombros, fueron torturados por sus labios. Parecía estar disfrutando pero yo estaba sufriendo, esa sensación de notar como estaba bebiendo mi sangre, me aterraba. Me notaba cansada y sin fuerzas hasta que estuve a punto de desplomarme, porque mis piernas ya no soportaban el peso de mi cuerpo. Y sus brazos me cogieron antes de tocar el suelo.
Sin decir nada, me tomó en brazos y me acercó hasta la mesa, dejándome en una de las dos sillas que se situaban en la mesa. Estaba muy débil, incluso pensé que podía haberse bebido toda mi sangre pero cuando lo escuché, hice el ademán de levantar mi mirada pero la cabeza me pesaba demasiado.
–Come la carne del segundo plato, Xylia.
Era una orden con un tono de voz neutro que sin pensar mucho, lo hice. Mi mano se movió lentamente para coger los cubiertos y sin duda, una vez probé la carne, disfruté de lo deliciosa que estaba. Nunca había probado comida tan deliciosa pero es que aquello sabía como los ángeles y la verdad, es que mi energía fue incrementando después de haberla perdido intentando no desmayarme al perder litros de sangre.
Es cierto que podría haberme hecho más cosas, y daba gracias por solo haberme mordido pero aún así, podría haberme matado y no lo hizo.
–Xylia, ¿me estás escuchando?
Levanté mi mirada del plato, para encontrar a ese hombre casi humano que era demasiado bello para ser un bastardo. Esos cuernos lo hacían verse demasiado poderoso y majestuoso y sus ojos ónices clavados en mí. Estaba serio, con el rostro tenso y calmado.
–No, perdone, ¿de qué estaba hablando? –intenté sonar interesada pero la verdad es que no tenía ningún interés en escucharlo hablar, y menos cuando él provocó todas aquellas marcas.
El rey del Subsuelo suspiró y tiró la cabeza hacia atrás, para luego volver a centrarse a mí. Dejé los cubiertos en el plato y me erguí para ponerme lo más recta posible e incluso, lo más seria posible.
–Estaba hablando sobre si has cambiado de parecer y por eso te pregunto una última vez, ¿acatarás las órdenes que te imponga o seguirás con tu mentalidad?
Tragué nerviosa y pestañeé varias veces. Era un maldito cabrón, después de hacerme esto, quería escuchar que iba a respetarlo y a seguirlo. No tenía otra opción, más que arrastrarme y dejar que mi orgullo se viera pisoteado por ese demonio.
–Señor, realizaré cualquier orden que me imponga.
Esas palabras quemaban como las últimas brasas de una fogata, me quemaron por dentro mientras que ese hombre sonreía despiadadamente. Él sabía lo mucho que me dolía decir aquello y por eso disfrutaba.
–No esperaba otra cosa aunque sabiendo como eres, no me hubiera sorprendido tener que darte una demostración de cómo se castiga a la gente en este mundo, aún así me alegro de que te lo hayas replanteado.
No tenía palabras para contestarle y mucho menos para cerrarle la boca. Por tanto, me decanté por escucharlo y seguirle el rollo aunque estuviera imaginándome en mi hogar junto a mi familia a la que cada vez, perdía más esperanzas de poder volver a verla.
–Te voy a dar tu primera misión y espero que la cumplas a la perfección.
Dejé la copa, llena de agua, después de haber bebido para poder verle mejor la cara.
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La Leyenda Áurea
FantezieEsa noche, Xylia nunca olvidaría esa noche, en la que los habitantes del bosque salieron a celebrar sus rituales sagrados hacia los dioses con sus danzas tradicionales pero todo colapsó con la llegada de ese monstruo que la reclamó a ella ¿ y qué oc...