Relatos, Cuentos y Azares

Rizos

Sus manos, sus manos son un poema en sí mismas, tan suaves y delicadas que van dibujando en el aire lo que sus palabras casi inventadas no alcanzan a expresar, pero su voz, ay su voz, me confunde y empalaga mientras le suma a su belleza silvestre, bello espécimen, vistazo de la libertad del espíritu que oculta en sus carcajadas los llantos de tantas noches.

Artista completo que con su cuerpo como pincel regala colores oníricos a los ojos mundanos que escudriñan sus actuaciones en un intento por cartografiar las emociones que suda con cada nuevo paso.

El escenario vacío lleno de la sombra más espesa y con una tajante luz es su estancia, las licras que ciñen su cuerpo muestran su verdadera piel mientras su alma le curva el cabello porque no se comprende en ideas planas y aburridas, su piel es lienzo para las texturas que transmiten, las escancias abstractas de colores en simetría.

Es él y ella, es un punto de inicio para la imaginería más desencajada que se pueda concebir, potencial en todo su sentido, una semilla que al florecer sólo se muestra apunto de germinar.

Los suaves pétalos que se ven en sus labios susurran a gritos su anhelo por la noche en la que se envuelve con su propia piel para llamar a los ojos incautos y dejar tantas bocas abiertas como pueda, es un rayo que se anuncia con los truenos de sus tacones y el castañear de sus uñas.

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