Ya pasó un año desde aquella noche.
No sé como termine así, en este bar de mala muerte tocando para borrachos que no recuerdan sus propios nombres, pero aquí estoy, buscandome al fondo de cada botella que se me cruza mientras mi guitarra repite los acordes que te dedique hace tanto.
La noche en que todo pasó yo estaba tan feliz... ya no recuerdo lo que es ser feliz. Ahora duermo en las bancas de los parques y despierto esperando que sea mi ultimo dia en este mundo cruel donde todo lo que me rodea es el vacío de tu ausencia consumiendome desde lo más profundo de mi ser.
Recuerdo cada paso y calle, la travesía que me significó, los amigos que perdí y la vida que sacrifique por tocar esa canción absurda. ¿Tú también lo haces? ¿Piensas en mí de vez en cuando? ¿Te regodeas cuando lo haces? Un maldito payaso es lo que soy y siempre he sido, entregandote un pedazo de mi que aun no conocía, cediendo mi único arte, mi todo por tu nada.
La alegría que me llenaba se torno en nervios y miedo, estaba emocionado por hacerte parte de mi canción finalmente, llegar a tu ventana para darte el concierto que si bien no merecias, podía darte. Una batería conectada al bafle, y la guitarra que iba afinando para ti, todo debía ser tan perfecto como fuera posible. no quería decepcionar a quien le había entregado mi corazón.
¿Me viste llegar?
me gustaria saber lo que pensaste al verme ahi, parado como un tonto en la noche mas fria que esta ciudad maldita tenia para ofrecer. Que duro habrá sido para ti fingir atención a quien te abría su corazón a versos, mientras alguien más habría espacio entre tus sábanas.
Habría soportado que simplemente te hubieras acostado con un desconocido, alguien furtivo y anónimo que jamás podría volver a significar algo, pero tenías que escoger a mi hermano. ¡Maldita zorra! Mi hermano, mi corazón se desvaneció de mi pecho mientras lo veía salir por la ventana. Aún veo su rostro iluminarse desde la penumbra tras de ti en la ventana. Mirando acechante mientras mi corazón y algunas cuerdas se rompían en esta escena morbosa y desfigurada.
Recuerdo girar, después de un paso dar el otro y jamás volver a esa calle, paso tras paso deje la ciudad, y ahora soy esclavo del recuerdo. Nunca respondí a sus llamadas ni mensajes de texto, menos aún los de mi supuesto hermano, mi familia no sabe donde estoy, espero que crean que estoy muerto, con el consuelo de que ya estaré descansando de tanta pena que me acongoja tras tal traición... Vaya mierda.
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Relatos, Cuentos y Azares
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