Confesionario I: Retazos

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Francamente no sé qué hora es, y el ruido no me dejó entender las últimas tres cosas que me has dicho, y prefiero imaginar que estás igual, que no te importa, porque sigues aquí, y eso es bueno, significa que quieres estar aquí, que al menos hay un sitio peor, que quizá mi compañía no te desagrada, bueno, seguro no te imaginas, pero llevamos juntos desde hace ¿Qué? ¿Unas 4-5 horas? Francamente no me importa, por que te quiero, estás ahí, sentada con la caja de Moscato, con los pitillos, bebiendo de a pocos, apartando esos mechones de tu rostro, despejando tus ojos, con tu sonrisa de serpiente, lamiendo y mordiéndote un poco los labios ocasionalmente, francamente los he saboreado desde anoche, te he besado sin tocar tus labios al menos cien veces desde que nos encontramos en la plaza hace rato, y ahora pienso en lo que haré de desayuno mientras duermes, algo que te haga sentir especial, pero no comprometida, un café es cliché, no sé que tanto lo sea el escribirte en esta servilleta, pero eso lo veremos después, por ahora solo quiero disfrutar de verte, de este momento, de tu mano con la mía, pero es inevitable la duda, porque aún no se qué hacer para desayunar, ni las flores que habrá en nuestra boda.
Estoy bastante seguro, sin embargo que no tendremos hijos, condenar a alguien más a sufrir de la existencia sin saber si tendrá la suerte de encontrar a alguien como tú sería crueldad en su máxima expresión, el acto más deshumanizado que podría haber.
Para cuándo lleguemos a mi casa estaremos recordando esta noche, dejando todo y recorriendo el mundo mientras me pides que te describa el último atardecer que veremos desde nuestra ventana antes de ver el que puede haber en el resto del mundo.
Para la mañana, si es que te puedo hacer el desayuno y no te has ido con ese pedazo de mi que siempre ha sido tuyo, con algo de suerte con esta servilleta en tu cartera.
Por favor, llévate la servilleta.
Para cuándo llegue mañana, sin importar si estás o no, ya habremos sido unos ancianos, ya habríamos, muerto, y estaré condenado a tener que esperarte otros dos años para repetir una vida contigo.

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