No. 1.1. Traición

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Empezaba a acostumbrarse.

Y lo odiaba.

Lleva sentado el tiempo suficiente para perder la compostura, Alberu se encuentra encorvado, con la barbilla recargada en sus manos, mirando fijamente a la persona en la cama. Se concentra en cómo su pecho sube y baja, aprieta sus dedos fuertemente, porque el movimiento es demasiado suave, tan imperceptible que da la ilusión de muerte, estremece al rey, perturbandolo tanto que se ha enclaustrado en esa habitación por 12 días. Se ve tan pequeño en esa cama, tan frágil, tan rompible, Alberu tensa los dedos.

Aún huele a sangre.

"Deja de mirarlo".

Alberu respira profundamente, planta una sonrisa amable en sus labios y se centra en Raon, que había estado durmiendo al lado de Cale todo el tiempo. Ahora esos penetrantes ojos azules lo miraban, recostado en el vientre de Cale.

"Raon", saludo brevemente.

"Deja de mirarlo", repitió, ignorando su saludo. "No puede dormir cómodamente cuando alguien lo observa".

El rey siguió sonriendo, imperturbable ante el descaro desplante del pequeño niño, era otra cosa a la que lamentablemente se había acostumbrado.

"...¿Ya no te agrado?", a pesar de su agradable sonrisa, la frialdad en sus ojos era escalofriante.

El pequeño dragón se recostó contra el pecho del humano, apaciguado por sus suaves latidos. "Me resultas repugnante", contestó Raon, genuinamente. "Aunque tienes sangre mágica en ti, aún hay una parte humana".

Su sonrisa no flaqueo y sus ojos no se suavizaron, la discordante dualidad de señales emocionales era tan extraña que resultaba inquietante. "Hablas de mi como si fuese una bestia".

"Las bestias no lastiman por placer", respondió. "Solo los humanos hacen eso".

La emoción en sus ojos no era odio, ni ira, ni dolor. Era la fría indiferencia, esa distancia que los sabios tienen, con la que la experiencia te castiga.

"Raon...".

"Esta parte de ti...", dijo el dragón restregando su carita suavemente contra las costillas de Cale, mirándolo de reojo, como si solo fuese una mota de polvo flotando en el aire. "El humano no la amaría".

La sonrisa de Alberu se marchitó.


][


"Raon".

El pequeño dragón le dió su atención a Cale. "¿Que pasa, humano? ¿Te sientes mal?".

"Necesito un favor".


][

No había regresado a casa en mucho tiempo, el tiempo suficiente para que una capa de polvo cubriera su hogar, Beacrox estaría tan escandalizado cuando la guerra terminará y todos volvieran a casa.

"Estaré afuera", dijo Raon, sin atreverse a entrar al estudio, sentía que no era apropiado, no en este momento y no por lo que el humano quería hacer. "Llámame cuando termines".

No recibió una respuesta, pero estaba seguro que el humano lo había escuchado, así que se fue.

Cale esperó un tiempo, hasta estar seguro de que estaba solo, que no habría alma que contara lo que sucediera en esa habitación. Caminó hacía su escritorio y se sentó en la silla, indiferente ante el polvo que manchó su ropa. Se recostó en la silla brevemente, con la mirada perdida y el corazón pesado, estiró el brazo y abrió el primer cajón, sacó de él dos tablillas, con palabras que únicamente él debió haber entendido.

El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora