No. 1.23

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Deruth nunca había estado en esta parte del castillo, tampoco había necesitado antes visitar al emperador. Este lugar era frío, tan terriblemente impersonal, como si no hubiese nadie viviendo ahí.

"¿Dónde está Cale?", le preguntó, cauteloso.

Ha pasado tanto tiempo, no lo ha visto en mucho tiempo. Necesita verlo.

Pero no puede solo acercarse y exigir ver a su hijo cuando el emperador puede extender su mano y aplastarlo.

Alberu le dio una sonrisa triste. "Él está mejorando, en un lugar protegido donde nadie lo molestará durante su recuperación".

El duque apretó los puños pero la expresión en su rostro continuó igual.

"¿Cuándo podré verlo?".

Alberu se detuvo, dejó los papeles que había estado leyendo y se enfocó en el duque. "Eso no es posible".

Deruth parpadeó, sorprendido. "¡Es mi hijo!", le gritó, perdiendo la calma. "¡No puedes negarme verlo!".

Ni siquiera debería estar aquí, pidiendo noticias de Cale como si fuera un tercero y no su padre.

Alberu no se inmutó ante su arranque irracional. "Cale no quiere verlo".

Y no mentía, por la cabeza de Cale ni siquiera había pasado hablar con ellos. No estaban lo suficientemente cerca para que ellos fuesen una preocupación suya.

Pero esa respuesta devastó a Deruth. "N-No, es...él es mi hijo, no es posible q-...".

"Lo abandonaste, duque Henituse", dijo Alberu, sonriente. "No puedes venir ahora a pedir su atención".

No...

No...

"Su corazón ya no te pertenece, duque Henituse".

Deruth se desplomó en su silla, pálido y tembloroso.

"Sin embargo, no te preocupes, cuidaré de Cale", le prometió. "Después de todo, él me escogió como su hermano", sonrió suavemente. "Fui su elección".

La mirada del emperador fue clara en su mensaje: es tarde, él ya no te necesita.

Y Deruth, sintiéndose incompleto, solo asintió y tomó sus palabras y promesas de que Cale estaba bien.

...porque seguramente Cale había crecido.

Y él ya no era necesario.





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"...Solo no la mates".




][





Le tomó mucho tiempo encontrar este lugar.

Era grande y hermoso, había tantas protecciones distintas rodeándolo que la magia era palpable en el aire. Incluso ella, que no había tenido una sola vena mágica en su cuerpo, podía saborearlo en su boca

Había algo lúgubre en él.

Recorrió los terrenos, cautelosa, buscando una forma de entrar que no llamara la atención. Eligió la puerta a las cocinas, estaba semi oculta en la hiedra, en una parte remota de la villa.

Cuando llegó a la puerta, estiró la mano, a punto de jalar la manilla una mano fuerte agarró su camisa, tratandola como a un cachorro rebelde, la arrojó lejos de la puerta.

Lily jadeó, rodó por el pasto y se levantó, con la espada desenvainada en una postura rígida de batalla.

No...

El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora