No. 1.2. El plan

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¿Cómo mides la inteligencia de un hombre?

Por su crueldad. Esa insensibilidad inherente de la inteligencia, ese completo desapego crudo hacia cualquier existencia que no sea la suya.

"¡Salvar a los heridos es un desperdicio de recursos! ¡Solo nos retrasa, es un mal gasto de comida, de agua y energía!", el hombre trota, incapaz de seguir el paso de Toonka, no se atreve a sujetarlo, a siquiera rozar sus vestiduras, por ello gesticula tan salvajemente. "¡C-Comandante! ¡Maldita sea, escuch-...!".

¡Plaf!

Una feroz bofetada lo silenció, la sangre llenó su boca y ensució su mandíbula, hasta gotear en el suelo. Con los ojos amplios, totalmente estupefacto y confundido, giró la cabeza lentamente, hasta poder enfrentar al Comandante. Respiró profundamente, tragando la sangre en su boca, sus manos temblaban y su cuerpo se sacudía. Había miedo en sus ojos.

El soldado se estremeció ante esos ojos crueles que lo miran como si fuese basura, esa fría mirada de desprecio.

Me ve como si fuera una bestia, pensó, tembloroso. ¿Por qué me ve así? No me mires así, no me mires así, no me mires así, no me mires así.

¡Plaf!

Tras un segundo golpe, el hombre se tambaleó hasta golpear el suelo, sentado sobre sus rodillas, temblaba mientras observaba la sangre gotear en el pasto, no sé atrevió a levantarse. Se encogió cuando las botas del Comandante aparecieron en su reducido campo de visión, bajó la cabeza cuando Toonka se detuvo y se acuclilló frente a él, lo suficientemente cerca para poder distinguir el olor a sudor, polvora y sangre.

Toonka lo miró, sus fríos ojos no mostraban ira, ni disgusto, ni siquiera infelicidad, era como si mirara a una mascota rebelde. "Hablas como un mago", dijo Toonka con desprecio.

El hombre se estremeció, gotas de sudor se mezclaron con el creciente charco de sangre bajo él. Temblaba de miedo. "C-Comandante...". Estupefacto, no reconoció a esta persona tan diferente.

Se quedó sin aliento cuando una mano cruel sujetó su mandíbula, obligandolo a alzar la cabeza. Se encontró nuevamente con esos ojos crueles.

El Comandante se acercó un poco, su mano se movió lentamente hasta que sus dedos entraron en la boca de su subordinado, la sangre mezclada con saliva siguió goteando. "No olvides que meses atrás, tú fuiste un desperdicio de recursos", le dijo, acariciando suavemente el interior de su boca, sintiendo su cálidez y suavidad.

El hombre respiraba fuertemente por la nariz, sus ojos brillaban y su pecho se agitaba, apretó el pasto bajó sus manos, buscando la mínima sensación de control en su cuerpo.

Toonka ladeó la cabeza, sin dejar de observarlo. "Estuve en esta boca antes, me vine en ella hasta que no pudo responder a otro tacto que no sea el mío", rozó su paladar, haciéndolo retorcerse.

El hombre gorgoteó, casi ahogándose con la sangre en su boca, incapaz de pedirle que se detuviera. Lo disfrutaba, está sensación de uso, de extraña pertenencia.

"Pero parece que convertirte en un agujero para follar fue un error", Toonka sacó los dedos y agarró su mandíbula con zaña, clavando sus dedos en la carne, escuchándolo crujir. "¿Cómo se atreve un perro a venir a darme ordenes?", Preguntó, calmado, tan espeluznantemente tranquilo. "¿Quien te dió el coraje?".

Ahogándose, tosió, salpicando de sangre y saliva la mejilla de Toonka, el Comandante ni siquiera parpadeó, aflojando su agarre para dejarlo hablar.

"P-perdóneme, comandante", suplicó, estupefacto.

Horrorizado por este lado que creía inexistente.

Toonka lo soltó y le dió una suave palmadita en la mejilla. "Buen perro".






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Ron Molan es como un demonio seductor, cuidadoso, atrayente, murmurando en su oído.

"Si no lo matas, tu líder se perderá".

El hombre apretó las manos en puños, mirándolo fijamente, sin desear perder un instante de este hombre. "Atravesare su corazón".

Ron sonrió. "Eso no lo matará".

Ampliando los ojos, demasiado sorprendido para seguir siendo engatusado, el hombre dió un paso hacia Ron. "¿Q-Qué?".

Ron colocó su mano enguantada en el pecho del hombre, bajó lentamente hasta posarla en su estómago. "Debe ser aquí", le dijo.

"¿Por qué?".

"Porque sus poderes se unen aquí", respondió, mirándolo a los ojos. "Su magia, con lo que ha maldecido a tu líder, se concentra en esta parte de su cuerpo, y aún si logras atravesar su corazón, eso no deshará su hechizo".

El hombre, sorprendido, se estremeció.

"El líder que conoces, se perdería para siempre".

Con lágrimas en los ojos, asintió. "Entiendo".





][






Ron centró sus ojos fríos en Choi Han, el hombre apretaba su garganta con fuerza, temblando de ira.

Era como un perro callejero que ladra escandalosamente.

"¡Ese no era el plan!", Gritó, deseando romperle el cuello. "¡No debió haber salido herido de ninguna forma!".

Ron solo lo miraba, a este mono que bailaba para divertirlo.

"Choi Han, suéltalo", ordenó Eruhaben.

El azabache apretó, enfurecido por la expresión de Ron que no sufre cambios, no hay miedo, ira o dolor, no hay nada en sus ojos además del inmutable desprecio.

Alberu dió un paso al frente, sosteniendo ls muñeca de Choi Han. "Si lo matas, ¿Cómo se lo explicarás a Cale?".

Choi Han apretó los dientes y lo soltó.

"Maldito chucho", gruño Ron con la garganta ardiendo.




El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora