No. 1.18. Patético intento de suicidio

408 51 4
                                    









Jadeo.

Jadeo.

Jadeo.

"¡Papá!".

Cale tembló, apretó los dientes y cerró los ojos, aguantando tan fuertemente las ganas de llorar, respiraba por la nariz, sintiendo que se ahogaba, joder, esa terrible sensación de asfixiarse sin poder hacer nada, como si sus pulmones repentinamente hubiesen dejado de funcionar, como si hubiese olvidado como respirar.

"¡Papá! ¡Papá!".

Enterró los dedos en la hierva, el agua y el lodo se metieron en su uñas, Cale respiró temblorosamente, cuando su cuerpo no pudo soportarlo más y recordó instintivamente como respirar.

Jadeo.

Mierda, mierda, mierda, apretó los dientes con tanta fuerza que su mandíbula dolió.

Jadeo.

La lluvia dolía al impactar con su cuerpo. Había sido tratado como una muñeca guardada por tanto tiempo que incluso un poco de lluvia le lastimaba.

Cale soltó la hierba y respiró temblorosamente.

"P-Papá...", Hong, que había corrido al verlo, estaba tan empapado que goteaba, sus rodillas sangraban con barro y pasto aferrándose a su piel escaldada, resultado de la caída accidental en su camino.

Jadeo.

Jadeo.

Los labios de Hong temblaron al ver a Cale tirado en el suelo, la lluvia era tan fuerte que alguna se había acumulado lo suficiente para hacer una pequeña hinundación, se preguntó cuánto tiempo estuvo el humano sin supervisión como para haberse arrastrado tan lejos de la villa, se había arrastrado. Hong sintió sus ojos arder y supo que estaba llorando, sus lágrimas se perdieron en la lluvia.

Se acercó a su padre lentamente y se arrodilló a su lado, cuando lo tocó y lo ayudó a sentarse, Cale no luchó, no mostró la más pequeña astilla de resistencia.

Resignación.

Eso fue resignación.

"¡¿A-A dónde-e vas?!", cuestionó temblorosamente, alzando la voz para que pudiese ser escúchado a pesar de los truenes.

Su padre, sentado entre sus piernas, miraba al pasto.

Iba a ahogarme en el río, pensó, lúgubre. Dónde mi cuerpo se perdiera, dónde no pudiesen encontrarlo.

Dónde ya no puedan sentirme.

Hong sollozó, inclinando la cabeza, recargando la frente contra el hombro de su papá. No sé atrevió a abrazarlo, sintió que eso lo molestaria, que lo incomodaría, no quería inquietar a papá.

"¿Que haces aquí?".

Cale se sobresaltó ante esa voz, su voz. Al alzar la cabeza, se encontró con la mirada penetrante de Eruhaben.

Había dejado de llover sobre ellos, la ropa de Eruhaben ni siquiera estaba húmeda.

El antiguo dragón estrecho los ojos. "Cale...".

Hong levantó la cabeza, mostrándole una hermosa sonrisa brillante llena de alegría. "¡Vinimos a ver la lluvia!", Le dijo, abrazando cariñosamente a su papá por la espalda, tensando a Cale. "¡Siempre quise bailar bajo la lluvia con papá!", Rió contento. "Papá es tan ligero, no estaba preparado y me caí, lo siento".

Eruhaben lo observó fijamente, Hong le devolvió la mirada con tranquilidad, sonriendo suavemente, con la lluvia de fondo y los rayos iluminando el cielo.

Creeme, creeme, creeme, suplicaba Hong, desesperado. No lo castigues, no lo castigues, no lo castigues, no lo castigues.

El primero en romper el contacto visual, fue el dragón; Eruhaben se inclinó y tomó a Cale de los brazos de Hong, secando su ropa al instante.

"Está bien, volvamos a casa", dijo amablemente.



][



¡Plaf!

El pecho de Hong se agitaba violentamente, sus ojos eran muy amplios mientras enfocaba el suelo, su boca estaba fuertemente cerrada.

Su mejilla dolía tanto.

Eruhaben, observandolo con fríaldad, bajó la mano. "No me mientas de nuevo".

"...".

"¡Hong!", ladró Eruhaben.

"...si, abuelo".

Eruhaben estrecho los ojos, juzgandolo. "Empaca de nuevo, te quedarás con el emperador humano por un tiempo".




][



Hong entró al estudio de su padre para despedirse, lo vio seco y cómodamente vestido en su sillón favorito, observando el cielo iluminarse con rayos y las gotas de lluvia brillar en la noche.

Es como antes..., Pensó, con lágrimas en los ojos.

Respirando hondo, plano una sonrisa en su cara y se acercó a Cale. "Papá, debo irme, yo...".

"Siempre fuiste mi niño bueno", susurró Cale.

El joven se quedó pasmado en su lugar, con su atención puesta en su padre, que aún no lo miraba.

Habló...

Él me habló...

Él d-dijo...

Hong olfateó, luego restregó sus ojos mientras sollozaba.











El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora