No. 1.4. Lo que no preguntaste

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Los sirvientes que cuiden de Cale han de ser discretos, silenciosos.

Han de saber guardar secretos.

Rosalyn fue designada a entrenarlos, prepararlos.

"Abre la boca", pidió con una amable sonrisa.

"Busquemos a los que tengan un pariente liciado y los amen", le había dicho a Alberu. "En su necesidad, harán lo que deban hacer para mantener este trabajo de ensueño".

"...Quieres que nos aprovechemos de los animales heridos, eso estás diciendo", le había contestado él.

"Todo lo que tenga necesidad es manipulable".

Rosalyn tomó su barbilla con firmeza y su mano enguantada sostenía unas filosas tijeras.

La mujer temblorosa, no se movió, no se atrevió a moverse.

"Será rápido, ¿Si?", Le aseguró Rosalyn. "Será un pequeño pellizco".

Cuando ella cortó su lengua, Anne sintió que moria. La mujer la inclinó, su sangre goteaba en el suelo, entonces ella metió un pañuelo en su boca, precionado la herida y causándole tanto dolor que cayó de rodillas.

"Sssh, pasará, pasará".

Con lágrimas mojando su rostro, se recordó a si misma que lo hacia por amor.

Cuando el silencio absoluto fue uno de los principales requisitos de este trabajo de ensueño, nunca creyó que sería esto.

Pero necesitaba el trabajo.

Rosalyn sonrió amablemente, palmeando la cabeza de Anne con delicadeza, complacida con su obediencia. "Bien, buena chica, lo hiciste bien".

No soy un perro, sollozó. N-No soy un perro.

"La herida sanará".

No soy un perro.

El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora