No. 1.22.

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"Shhh, shhh, estoy aquí, estoy aqui", murmuraba Beacrox, meciendose suavemente para calmarlo, apretandolo fuerte, lo suficientemente fuerte para que dejará de rasguñarse los brazos.

"¿Que hicieron con mi cabeza?", Preguntó, con los ojos muy amplios, llorando entre hipos ahogados que lo asfixisban. "¿P-Por qué se metieron con mi cabeza?".

No sabía lo que estaban haciendo, quiso decirle. Te juro por Dios que yo no lo sabía. Beacrox apretó los dientes hasta que tronaron. Por eso me enviaron al norte, ¿Cómo pude ser tan estúpido? El maldito perro lo planeó, ¡¿Cómo pude ser tan estupido?!

Pero que importaba saberlo ahora. Esa información ya no era útil.

"...Haré que se detengan, no lo beberás más, ya no tomarás nada de eso de nuevo", prometía. "Se acabó, se acabó".

No tenía el poder para hacer esas promesas.







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¡SPAM!

Rosalyn se sobresaltó ante el fuerte estruendo de la puerta golpeando la pared, agrietandola, Beacrox estaba ahí, verlo entrar a su laboratorio la tomó por sorpresa, el hombre nunca entraba a su ala de la villa, parecía repugnarlo el solo hecho de acercarse.

"¿Beacrox?", Preguntó, confundida, seguía tranquila.

Porque ella creía que si lo necesitaba, podía someterlo con facilidad, un hombre sin poderes, sin ninguna habilidad especial, podría someterlo.

Pero...

Cuando el hombre la enfrentó, Rosalyn cerró la boca, tensa, como un animal acorralado, su intensa presencia oscura le causaban escalofríos. El hombre caminó hacía la mesa más cercana, vio los libros, los bocetos, los viales, vio todos los instrumentos y sintió tanta rabia... inmediatamente volcó la primera mesa, Rosalyn se congeló por un momento, estupefacta.

Beacrox parecía una bestia.

Vio las plantas y cataplasmas, los viales y pociones derramarse en el piso y romperse.

Su trabajo...

Todo su trabajo...

"¡No, detente!", se levantó de su asiento, temblorosa.

El hombre siguió destruyendo todo, arrasando con años de investigación como si su trabajo hubiese sido mera basura.

¿Cómo se atreve?

"¡No destruyas mi trabajo!".

Rosalyn corrió hacía él y lo empujó, pero Beacrox era como una montaña, inamovible.

"¡Por favor, detente!".

Él no se detuvo hasta que todo fue ruinas.

Deseó quemarlo todo, deseo tan fuertemente quemarlos a todos.

"Eres basura", dijo, mirando a Rosalyn fijamente. "Mereces quedarte sola".

Eso la rompió.

"¡¿Quien eres para hablarme así?! ¡Tu ayudaste! ¡Ayudaste!", Le gritó. "¡¿Que te da el derecho a-...?!".

"Él me ama".

Rosalyn calló.

"En mi busca consuelo".

Apretó sus labios temblorosos.

"Nunca le he lastimado, nuca he tocado un solo mechón de su cabello con otra emoción que amor y respeto, ¡Así que dime, ¿que te dió a ti el derecho de lastimar a mi hermano?!".

Rosalyn intentó calmarse, razonar con él...pero estaba herida y tan enojada, quería lastimarlo, como él la lastimaba."...tu", escupió. "Fuiste tú y el resto del mundo que no nos detuvo".

Y la expresión en su rostro, esa hermosa expresión de dolor, alivio su corazón.

Rosalyn se desplomó, temblorosa, como si hubiese tenido una epifanía...

¿Que tan rota estaba para encontrar placer en su dolor?

Pero no podían detenerse ahora...

No ahora...







El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora