No. 1.13. Ron

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Buscó la esquina más apartada de la habitación, la más oculta y ahí se acurrucó, encogido en esa astilla de mundo que parecía engullirlo, apretando su agarre tembloroso en las tijeras, con la cabeza inclinada escuchando el suave golpeteo de las suelas contra el piso.

Crujido.

Deteniéndose, Ron observa con cuidado la habitación.

Destrozada, casi escupe la palabra en voz alta, encontrando los largos mechones rojos esparcidos como sangre en el piso. Apretó los puños, ahogando esa espina de pánico que casi aplastó su pecho.

D-Destrozada...

Él había acondicionado está habitación para Cale, la había llenado con todas las cosas que le gustaban, con el tono y textura exactas a las que estaba acostumbrado para consolarlo, aunque sea un poco. Había sido cuidadoso, paranoicamente cuidadoso, sacando absolutamente todo lo que pudiese cortar, magullar o lastimar de alguna forma al niño.

Había sido tan cuidadoso...

Pero obervando las cortinas desgarradas, las sábanas cortadas y las prendas de ropa destrozadas, Ron tuvo un pequeño momento de miedo calante que casi lo hizo caer sobre sus rodillas.

Parecía haberse quedado inmóvil en la puerta de la habitación por horas, ahogándose, sintiendo su corazón escalar por su garganta hasta bombear en sus oídos, pero solo fueron unos segundos, unos instantes de disociación en el que buscó inmediatamente a Cale, sus oscuros ojos brillaban con algo de locura que apenas puede mantener bajo control.

La locura nacida del miedo.

Él está bien, pensó con debilidad, sintiéndose tan cansado.

No estaba acostumbrado a sentir tan fuerte.

No estaba acostumbrado al miedo.

Ron se acercó lentamente, a la esquina donde Cale se había acurrucado con una tijera en la mano, el joven maestro de piel impoluta lo miraba con alerta, tratandolo como un extraño. Observó a Cale, a su muchacho, por mucho tiempo, el tiempo suficiente para que Cale temblara de incomodidad.

El hombre mayor se acercó lentamente, con las manos a la vista, las palmas abiertas, el cuerpo forzosamente relajado, como un domador que se acerca a una bestia agitada, y Cale, Cale no apartó la vista de él.

Ron se arrodilló, hasta que estuvieron casi a la misma altura, se enfrentó a esos ojos frenéticos con una mirada amable. El anciano extendió la mano y acarició suavemente el cabello que caía disparejo en los hombros de Cale, Ron sintió que se ahogaba cuando su muchacho se estremeció bajo su toque.

Apretó los labios y forzó una sonrisa amable. Entonces, extendió la mano. "Por favor, damelas".

Cale sollozó y las tijeras cayeron de su agarre, fácilmente, sin fuerzas, sin el más mínimo intento de lucha.

¿Cómo podría no obedecer a Ron?

¿Cómo decirle que no a la primera persona que había visto?

Ron se acercó a él y lo abrazó, suavemente, permitiéndole alejarse si lo deseaba, dandole una opción. Y Cale no luchó, no pudo hacerlo porque Ron se sentía tan cálido, Ron aun olía a hogar, Cale se aferró al hombre y lloró, clavando sus uñas en la amplia espalda, mordiendo el hombro de Ron para acallar sus sollozos hasta que la sangre lleno su boca.

El hombre ni siquiera se estremeció, no se agitó siquiera un poco cuando Cale mordió más fuerte, no hubo un solo quejido de su parte cuando las saladas lágrimas se deslizaron en la herida.

Ron solo se quedó ahí, sentado en el suelo, con Cale sentado a horcadas en su regazo mientras lo consolaba.

"Respira, respira, Cale", murmuró, acariciando su cabello mal cortado. "Está bien, está bien".

Cale lo mordió de nuevo, como si deseara causarle el mayor daño posible y odiando como Ron solo lo aceptaba, sin luchar, sin quejarse, sin siquiera inmutarse. Lo soltó, sus labios ensangrentados temblaban, sus uñas se clavaban en las costillas de Ron hasta que la sangre se deslizó por sus dedos.

Y no fue suficiente.

Recargó su frente contra el hombro sangrante del hombre, temblando, ahogando sollozos que no podía detener.

"Shhh, ¿Qué pasa?", Preguntó Ron, meciendolo. "¿Por qué te detienes?", Su voz es tan suave, como un arrullo. "¿Es por las lágrimas? ¿Necesitas que llore?", Cuestionó tan cariñosamente que Cale se sintió cruel por lastimarlo. "Lloraré, ¿Eso te haría feliz?".

Cale sollozó, suavizando su agarre hasta que sus manos se deslizaron, no se atrevió a alzar la mirada, así que buscó consuelo en el único lugar donde se había sentido seguro...

Se acurrucó en los brazos de Ron.

"Buen chico, mi buen chico".












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Perdón, fui descuidada y no noté que faltaba un capítulo.

¿Cómo vamos hasta ahora?

¿Ya rompí tu corazón?

El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora