No. 1.7. La arrogancia de los hombres

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Eruhaben cree que los humanos son lamentables, viviendo vidas cortas, padeciendo su mortalidad.

Guiados por sus emociones, dominados por sus sentimientos efímeros, de momentos efímeros demasiado impactantes para sus frágiles corazones como para ser impulsivos.

Eruhaben no odia a los humanos, le parecen lamentables, pequeñas cosas irreverentes demasiado egocéntricas creyéndose por encima de la cadena alimenticia cuando algunos pocos, totalmente diferentes, especiales, logran algo sobresaliente...

Luego está su pequeño humano, este es su pequeño, su amado pequeño especial y tan rebelde.

"No pido que aceptes lo que pasó", le dijo. "Pido que te acostumbres".

¡Plaf!

Eruhaben ni siquiera parpadeó ante el ardor en su mejilla, insensible ante la ira de Cale.

El humano, aún con la palma al aire, apretó el puño. "Eres repugnante".

Y Eruhaben vaciló.

Quiero mantenerte a salvo...

El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora