No. 1.16. Delfines

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Una de las peticiones que impulsaron está reescritura.

Sr-Lector-Barria
" Lo mismo de la otra vez. KRS!Cale saliendo con Choi Han. Choi Han recibe los recuerdos de CJS (también donde CJS salía con KRS) y empieza a preguntarse si en verdad KRS!Cale lo ama o lo ve como el remplazo de su difunto sobrino. Un poquito de locura. De la nada, ¡pum! Vuelve CJS, drama.























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Sus ojos están vendados, el ajustado agarre en sus manos lo mantiene en la cama, inmóvil.

¿Por qué? No puedo irme. No puedo irme, ¿Por qué sujetas mis manos?

"No me gusta que sujetes mis manos", no está seguro de haber logrado que su voz saliera, no sabe si logró pronunciar esas palabras, porque está mareado.

Tan mareado.

Ese cuerpo fuerte lo aprisiona.

Mareado....tan mareado.

El agarre en sus manos se suelta, liberandolo, pareciendo recordar que sus piernas están lisiadas, que no puede huir a menos que ruede, caiga y se arrastre.

Choi Han desearía tanto verlo arrastrarse.

Ese pequeño cuerpo delicado intentando huir de él, esas manos frágiles aferrándose a la alfombra para impulsarse, esas uñas rompiéndose al rozar la madera que la alfombra no cubre...

El pensamiento lo emocionaba.

Los húmedos jadeos de ese hombre resuenan en sus oídos, excitado, tan ansioso.

"Llámame hyung", él jadea en su oído, bajando para besar su garganta, su húmeda respiración acelerada, sus movimientos demasiado torpes, como un niño inexperto que quiere saber de sexo cuando ni siquiera puede tocar sin que sus manos tiemblen.

Esa voz...

Su voz.

"¿Jung Soo?", jadea, rodeando el cuello del hombre con sus brazos, acariciando su espalda con manos torpes, aferrándose a él. "J-Jung Soo", llamó como si fuese una oración, su voz sonaba tan hermosa cuando la desesperación la ensucia.

Por un momento, el tiempo que le toma al corazón producir un latido, el hombre se congeló, erguido sobre Cale, alza la mano y acaricia su frente, empujando esos mechones cortos lejos de su frente sudorosa.

Otra vez...ese nombre otra vez...ese maldito nombre.

Choi Han no era como Rosalyn o Alberu que deseaban desesperadamente tener toda la atención de Cale mientras se hunden en él, mientras toman todo lo que pueden de él, mientras lo consumen.

Drogas, drogas, drogas, nuestra droga. Eres nuestro pequeño pez globo, pensó con cierto humor.

Choi Han prefería hacerlo después de las pociones, los efectos secundarios aún eran tantos que lo volvían confuso, maleable, dependiente. Su completa atención era un sacrificio justo por su completa coperacion.

Era tan fácil engañarlo mientras estaba drogado con efectos secundarios, que olvidaría lo que sucedería esa noche, olvidaría el nacimiento de cada marca, moretón, mordisco y rasguño que Choi Han dejaría en su cuerpo, tal vez olvidaría que es Choi Han quien lo posee.

Al principio, se preguntó a quien veía Cale en esos momentos, quien había estado lo suficientemente cerca de su corazón, para que le permitiera tantas cosas.

El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora