No. 1.19. Instante de rebelion

393 53 9
                                    











Thump.

Thump.

Thump.

Thump-Thump-Thump.

Eruhaben contuvo la respiración, sus ojos estaban amplios, sin parpadear, incapaz de perderse un solo instante de esta escena. Su corazón golpeaba sus oídos, lo sentía en la cabeza, latiendo tan rápido.

Cale le miraba fijamente, el fuego feroz en sus ojos mantuvo al dragón antiguo inmóvil, sometido. No creía que después de tanto tiempo, aún quedará una chispa de lucha en su cuerpo. Este pequeño acto de rebelión, de lucha, lo tomó desprevenido.

"Cale", dió un paso al frente, con las manos a la vista, como si tratara con un animal acorralado y no con el niño que adoraba locamente.

"No", dijo, apretando el fragmento de porcelana contra su garganta, Eruhaben se detuvo, tensó, el miedo brilló en sus ojos dorados.

"C-Cale, por favor...".

Con la adrenalina de este pequeño momento de rebelión, el humano no sintió el primer hilo de sangre deslizarse por su garganta, se dió cuenta de ello por el pánico en los ojos del dragón. "Podría morderme la lengua", dijo, terriblemente tranquilo, como sino sintiera nada. "Podría dejar de aceptar las pociones nutricionales con las que intentan alimentarme ahora que he dejado de comer, ¿Cuánto sobreviviría sin eso? ¿Un mes? ¿Semanas? ¿Días?", Preguntó, enterrando más profundo su arma improvisada, sintiendo el dolor por primera vez.

Se sintió eufórico.

Cómo si tuviese control de nuevo.

"¡Detente!", Ordenó Eruhaben, desesperado.

"Podría romper cada jarrón, ¡cada decoración estúpida que has puesto en esta maldita jaula!", Las manos de Cale temblaron, la mirada en sus ojos, ¿Como podría describir la mirada en sus ojos? Cómo los ojos de esos jóvenes que son arrebatados de la calidez de todo lo que han conocido para ser vendidos a las personas lo suficientemente ricas para pagar por ellos, ¿Cómo describes esa clase de miranda? "Podría saltar por la ventana, yo podría hacer tantas cosas...".

Eruhaben no supo que decirle, que palabras usar para consolarlo.

Cale sonrió, y esa curva extraña estremeció a Eruhaben. "Pero no lo haré, porque mis niños me necesitan", la sonrisa se borró en un instante, sobresanltado al dragón que no había perdido un solo instante de este momento. "Pero tú...tu le pegaste, a mi bebé, levantaste la mano a mi hijo, te creí más listo", se rió, revolviendose el pelo con su mano libre. "¡¿Cómo te atreves?!", Gruñó, alejando el fragmento de su cuello, apretandolo en su mano hasta que corto su palma. "¡¿Quien te ha dado la confianza para levantarle la mano a uno de mis hijos?!".

Eruhaben respiró temblorosamente, calmandose, intentando ser el racional aquí. "Me mintió", le dijo. "Me miró a los ojos y me mintió", eso era imperdonable. "Estaba educandolo, para que no cometa ese error de nuevo".

"¡Es una mierda! ¡Tus escusas son una mierda!", Cale estaba enfurecido, sentado en la mesa, por un momento, Eruhaben temió que se cayera.

"Fue un desliz", dijo, bajando las manos. "Un error. Sobrepase mis límites, no sucederá de nuevo, lo prometo".

Cale rió, incrédulo. "Eruhaben".

"Lo siento, no sucederá de nuevo".

Cale respiraba agitadamente, sin nada más que decir.

Porque tenía que aceptar, que realmente estaba impotente.

Que ya no era lo suficientemente fuerte para proteger a sus hijos.

Eso lo mataba, ese aterrador pensamiento lo asfixiaba.

"Bájalo ahora, por favor".

Quisiera cortarte la cara, pensó, enfurecido. Arrancarte los testículos para comprobar que te lleno de tanta seguridad como para que abofetearas a mi hijo.

"Cale...".

Cale apretó el pedazo de porcelana, con una mirada cruel, lo arrojó con fuerza contra el dragón, deseando que atravesará su ojo, quería verlo sangrar, quería que sangrara, quería...

¡Plaf!

Eruhaben retrocedió cuando el fragmento impactó contra su frente. Inclinó la cabeza, demasiado sorprendido, atonito, porque había visto venir el fragmento, aunque no metió las manos para evitarlo, el dolor aún lo sorprendió. Cale quería herirlo, quería lastimarlo, ese conocimiento cristalizó los ojos de Eruhaben, sintiendo el ardor en su frente y la sangre deslizándose por su rostro, sus labios temblaron. Respiró hondo, levantando la cabeza y mirando al niño que había amado más que a nada en el mundo.

Había sido la primera vez que deseaba algo, que anhelaba algo tan fuertemente.

(Para él, Cale también era una cosa).

No me siento feliz, pensó Cale, apretando la boca y las manos, buscando la compostura que no recordaba haber tenido en mucho tiempo. Sangra...le hice daño, sangra, pensó, obligandose a cerrar la boca. ¿Estás bien? ¿Te duele? Sangra tanto.

Este niño es tan lamentable, ¿No lo crees? Mira como sus ojos se cristalizaron por hacerle daño a la bestia que lo castiga. Míralo, siente culpa, él siente culpa.

Cale respiró lentamente, mirando fijamente el corte sangrante en la frente de Eruhaben. "No toques a mis hijos de nuevo", su voz no tembló, sonaba fría, lejana, suprimiendo el dolor de su corazón por haberle hecho daño.

"...haré lo que te haga feliz".








El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora