No. 2. 2. Temía amarlos y ser abandonado

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Suspiró, recargando la frente en el volante, apretandolo con fuerza. Esta es la tercera casa, pensó, adolorida. Está tiene que ser la buena o le romperá el corazón.

Al sentir la mirada taladrandola, ella forzó una sonrisa, se enderezó lentamente y miró al pequeño niño sentado a su lado, intentando ocultar su cansancio con maquillaje barato y una sonrisa vacilante. "Son buenas personas, Rok Soo", le prometió al niño.

Rok Soo parpadeó sus grandes ojos, ladeando la cabeza. Dijiste lo mismo la última vez.

"Cuidarán bien de ti".

Rok Soo asintió, preguntandose por cuanto tiempo se quedaría esta vez.

Rok Soo no quiere mucho, solo desea que esta vez no lo golpeen.

La trabajadora social no se atrevió a tocarlo para darle confort, no luego de que él se estremeciera la última vez, como si esperara que ella lo golpeara, le rompió el corazón. Tal vez no estoy hecha para este trabajo.








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Oso, sus grandes ojos se iluminan con asombro cuando lo ve por primera vez.

Era alto, muy alto, amplio como una montaña, tenía una expresión muy seria y aterradora. El oso que lo recibe en la puerta de su nuevo hogar tiene manos grandes, Rok Soo da un paso atrás, con los ojos mirando fijamente esas manos fuertes y pesadas, entonces se congeló, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas al darse cuenta del gran error que acaba de cometer. Tío odiaba cuando huía de él, lo odiaba, lo odiaba, Rok Soo respiró temblorosamente, contemplando esas manos capaces de romper sus huesos de arcilla con solo un apretón. Pero, cuando su mirada se encontró con los ojos del gran oso aterrador, Rok Soo no pudo apartar la mirada.

Que mirada tan bonita, la forma en que el oso lo miraba, lo volvía menos aterrador porque era gentil. Este hombre lo miraba con gentileza.

Es tan joven aún...

Confía en las personas aún...

Pobre cosita lastimada.

...no aprende aún.

Dando un paso adelante, ofreciendo humildemente su corazón esperando que este hombre no lo rompa.

Hizo lo mismo en los dos hogares anteriores.

Y los moretones aún no desaparecen.

El oso se presenta como Kim Sae-byeok, es silencioso, de ojos cálidos y amables. Hay una madre, Min Dak Ho. Un pequeño sol, saltando tan vivaz, sonriendo con tanta ternura que Rok Soo teme ensuciarla con sus manos toscas...no hay niños, solo muchos juguetes y una habitación cerrada a la que no debe entrar, una puerta con llave a la que Dak Ho se rehúsa a ver, a veces ve al oso pararse frente a ella, cuando cree que nadie lo ve, solo ahí, contemplando la madera en silencio. No puede entrar ahí y lo acepta, Rok Soo aceptará cualquier orden mientras siga recibiendo está calidez.

La madre, Dak Ho, no le obliga a llamarla madre, ella se agacha a su altura para verlo a los ojos, ella parece sonreír incluso cuando no lo está haciendo. "Eres un niño precioso", dice ella cuando lo ve. "Puedes llamarme Dak Ho, ¿de acuerdo, Rok Soo-ya?".

La trabajadora social le da un suave empujón, alentandolo, Rok Soo es como una roca en la arena, no deja que lo muevan y no toma la iniciativa de moverse. "Si", asiente, luchando contra esa necesidad de volver al auto.

El oso tiene manos tan grandes, esas manos podrían partir su carne y pulverizar sus huesos.

El pequeño sol es demasiado hermoso...las personas hermosas son aterradoras, Rok Soo no se cree capaz de confiar en una persona hermosa de nuevo.

El tesoro que con celo protegen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora