A casi una semana de iniciar mis clases de Periodismo descubrí que no era el gran lío que insinuó mamá en su último intento por hacerme "reaccionar".
Por primera vez no me sentí incómoda por dar mi opinión o preguntar sobre cualquier término que no entendiera. Era más sencillo levantarme cada mañana, manejar al campus y hasta tener paciencia en búsqueda de estacionamiento.
Todo se sentía emocionante y nuevo, pero nada pudo compararse a ese primer miércoles en la facultad de Arte, directo a mi electivo de Fotografía, con Rose manejando y enseñándome por millonésima vez el mapa del campus de Evanston.
—Estaré bien—agradecida, dejé mi mano en su hombro y besé su mejilla—. Vamos a almorzar juntas ¿Verdad?
—No me lo perdería—sonrió, cálida como una manta en invierno—. Es todo un espectáculo verte discutir por los aderezos.
Reí y me preparé para bajar de su auto, pero ella bajó los seguros de cada puerta. Al voltearme en búsqueda de una explicación, me la dio en forma de un beso de despedida que respondí acorde a la situación.
Acorde a la situación.
Cuánto me odiaba por analizar tanto cada pequeño acto junto a ella. Me pasaba desde los besos a modo de saludo o despedida hasta la idea de avanzar a tercera base.
Por más que intenté convencerme de que podía llegar a ella y salir victoriosa seguía resultándome difícil. Sobraba decir que hasta me costaba mantener la segunda.
Desconfiaba de mi memoria sensorial cada vez que Rose rozaba mi piel y yo debía mantener mis ojos abiertos para que mi boca se mantuviera cerrada y no susurrara el nombre de alguien más.
Pero eso era una lucha para otro momento. En ese instante, justo la mañana de un miércoles, debía enfocarme en el que ya era mi curso favorito sin siquiera llevar una clase.
Para mi suerte, y a diferencia de mis cursos de Periodismo, este llevaba apenas dos semanas de iniciado y no éramos más de veinte personas así que no fue difícil iniciar conversación con un grupo consagrado.
Parker tomó el curso para acompañar a su melliza, Reneé. Dijeron que era para llevar mejor la separación ya que, después de diecinueve años, al fin tomaron caminos diferentes: él estaba en Historia y ella en Sociología.
Hudson era el mayor del grupo, ya en su último semestre de Ciencias Políticas y con una personalidad tan extrovertida que era difícil serle indiferente. Fue él quien me ofreció un asiento a su lado y mantuvo las conversaciones fluidas para que yo lograra avanzar más allá de la presentación formal.
Caitlyn estaba en segundo año de Periodismo así que fue con quien más me esforcé en conectar. Era un poco difícil con su déficit de atención provocado por su frase favorita.
Todos los chicos sexys son artistas.
Los conocí un poco mejor afuera del salón, cuando me ofrecieron almorzar con ellos y, al fin, pude decirles que mi novia pasaría por mí, pero que de seguro no habría problema si se nos unían.
Como era natural, Rose fue sumamente comprensiva respecto a mis desesperadas intenciones de hacer amistades así que pidió la mesa más grande del restaurante y fue tan acogedora que de seguro les agradó más que yo.
Habría sido insufrible de no ser por Hudson y lo rápido y sencillo que era hablar con él.
Teníamos opiniones similares respecto a comidas y políticas, también preferíamos la fotografía de retratos por encima de la artística y paisajista, aunque los dos aspirábamos, en cierto punto, practicar la documental.
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Caminos Separados (D&K2)
RomanceLa vida fuera del armario resultó ser miserable e inusualmente mágica para Katherine. Se ha unido más a su familia, está replanteando su futuro académico y, a muy duras penas, sobrevivió a su primer quiebre amoroso. O al menos eso intenta. Mientr...